Bitácora de un marinero sumergido en la fantasía. Capítulo tercero
Día 3. Divulgación
Llegó la tempestad, y este marinero ha atracado su barco en un puerto seguro. Por un día, los seres de la fantasía se han refugiado bajo techo durante toda la tarde tormentosa. Es el tercer día de la Semana de lo Fantástico en las Artes, Tartalo, y como no dejaba de llover y el cielo seguía oscuro, he decidido acercarme a la UNED de Vitoria-Gasteiz para asistir al Encuentro con artistas con Lidia G. Merenciano, Toti Martínez de Lezea, Laia San José Beltrán y Patricia González Gutiérrez.
Han hablado sobre todo y sobre nada: historia, arqueología, universidad… dando un repaso al mundo, pero al mundo mirado desde la vida antigua —vikingos y romanos—, tratando de observar la fantasía desde otro campo de visión.
Todo empezó con un fémur roto: ese es el punto de partida de la civilización. Sin ese fémur no habría existido la divulgación cultural que hoy, a veces, no se entiende o no se termina de entender. Sin ese fémur, no tendríamos nada por lo que merezca la pena respirar. Así que, en cierto modo, lo que llamamos Historia se inició por una desgracia.
Pero… ¿cómo llegamos a la fantasía?
La fantasía es lo que se puede narrar de otra forma. Me explico: un hombre muy sabio, poco antes de morir, me dijo una vez que “el arte es ir al lado irreal y sacar de ahí lo real”.
Siguiendo esta reflexión se amplía la visión artística y didáctica. No tiene una explicación lógica, pero sí una necesidad vital: mirar más allá de lo puramente físico cuando se habla de cultura. Aquí, en este pequeño rincón, la fantasía se hace real. Es una parte de la cultura, y esa pequeña parte es la que nos ayuda a entender muchos enigmas de la vida.
La divulgación es necesaria para que no nos cuenten un relato equivocado del mundo en el que vivimos. No podemos entender a Alemania sin haber escuchado a Richard Wagner, pero que te guste Wagner tampoco te hace nazi.
Todos podemos contribuir con nuestra propia fantasía. Todos podemos saber que dos más dos son cuatro, y que los niños no vienen de París. La fantasía no debe olvidar su pasado, pero sí aprender a mirar hacia el futuro. Es necesario divulgar de una forma que se entienda y, sobre todo, que emocione.
Es momento de volver a mi viaje, de recoger mis bártulos, mi libreta, el bolígrafo y la grabadora, porque mañana volveré por aquí para contaros otra forma de ver la fantasía.
Encuentro con artistas, Aula Magna de la UNED Vitoria
(c) Jorge Girbau Bustos, texto, fotografía de portada y grabación de audio
