lunes, junio 23, 2025
Tras la huella vasca

Boise: un rincón vasco al otro lado del charco

Con una población de alrededor de 237000 habitantes, nos encontramos con una ciudad, cuanto menos, pintoresca. Este viaje es especial, o al menos diferente. Tras la huella vasca, me lleva a Boise, una ciudad estadounidense situada en el suroeste de Idaho, a orillas del río Boise y al pie de las Montañas Rocosas, a unos 824 metros sobre el nivel del mar.

Me preguntaréis por qué me he ido tan lejos, cuando la cultura vasca está presente en todas partes sin necesidad de salir de España.

Es cierto, tenéis razón. Pero alguien me habló de este lugar, y me dije: “Venga, vámonos a ampliar horizontes y a descubrir el mundo vasco más allá de nuestras fronteras”. Así que cogí la supermaleta de palmeras que todos conocéis y me embarqué en esta nueva aventura.

Un poco de historia

Empezaremos con un poco de historia, para que os hagáis una idea más exacta de este lugar. El origen del nombre deriva del francés boisé, que significa “boscoso”, en referencia a los álamos junto al río.

Fundada en 1863 como Fort Boise a lo largo de la Oregon Trail, se convirtió en capital territorial en 1864. Su economía ha evolucionado gracias a la minería, los proyectos de irrigación y la tala de árboles.

Euskera en Idaho

Lo curioso de este sitio es que, a tantos kilómetros de nuestra tierra, nos encontramos con una ciudad que parece haber sido creada como si fuera el escenario de una película ambientada en un típico pueblecito vasco.

Sí, en Boise se habla euskera, aunque de forma limitada y principalmente dentro de la comunidad vasca local. Esta ciudad alberga una de las mayores comunidades vascas fuera del País Vasco, y ha hecho un esfuerzo notable por preservar su idioma y cultura.

El abanico de posibilidades para profundizar en el euskera es muy amplio. Tenéis dónde elegir si algún día os apetece hacer una visita a esta pintoresca ciudad.

Cojo mi mochila con el kit indispensable en mis viajes: cámara, móvil, botella de agua y algún tentempié, que nunca falta. Pues eso, cojo la mochila y comienzo el itinerario por este singular entorno.

El Basque Block y la ikastola

El Basque Block es una zona céntrica de Boise dedicada a la herencia vasca, con restaurantes, centros culturales y edificios históricos. Hay una ikastola, una pequeña escuela infantil vasca donde se enseña euskera a niños. Es una de las pocas fuera de Europa. ¡Quién lo diría en tierras americanas! El Basque Museum & Cultural Center ofrece clases regulares de euskera, tanto presenciales como online, en varios niveles: principiante, intermedio y avanzado.

Las clases suelen impartirse los lunes por la tarde, y también se organizan sesiones de práctica oral los jueves, con apoyo de personal local y profesores nativos.

Desde los años 60 ya se ofrecían clases en el centro vasco local, y en los 70 se intentó crear una ikastola infantil, aunque el proyecto no se materializó hasta los años 90.

Hoy, el museo incluso ofrece cursos por Zoom, muy populares entre quienes quieren aprender euskera desde cualquier lugar del mundo.

Jaialdi: la gran celebración vasca

También se celebran festivales como Jaialdi (cada 5 años, el próximo en 2025), con una duración de 6 días. Reúne a miles de personas de origen vasco de todo el mundo. En estos eventos, el euskera se escucha con frecuencia.

Reconocido por National Geographic como uno de los 25 destinos imprescindibles en 2025, este festival cuenta con apoyo institucional: asisten figuras como el lehendakari, autoridades locales y se promueven intercambios culturales de forma regular.

La próxima edición tendrá lugar del 29 de julio al 3 de agosto de 2025. Una pena no coincidir por tan poco.

Este festival comenzó en 1987 en la antigua penitenciaría estatal, con cerca de 30.000 asistentes. Se reafirmó en 1990 por petición del gobernador y se consolidó como un evento quinquenal. Si os animáis a venir, os podéis encontrar un poco de todo.

Desde la típica gastronomía vasca, con kalimotxo y pintxos, hasta música y danza, con actuaciones de grupos y comparsas de gigantes y cabezudos, pasando por deportes rurales tradicionales como el levantamiento de piedra o el lanzamiento de barra. Ah, y hasta misa, celebrada en euskera e inglés, con danza ceremonial incluida.

¿Cómo asistir?

Os dejo por aquí cómo conseguir las entradas y alojamiento, pero daos prisa, ¡que ya casi vais tarde!

Las entradas para eventos principales como FestaraHerri Kirolak y la Expo Idaho suelen venderse por adelantado en la web oficial de Jaialdi. Hay paquetes que incluyen acceso a varios eventos o solo a algunos actos. Os recomiendo visitar jaialdi.com para comprar con antelación y evitar que se agoten.

En cuanto a los alojamientos durante Jaialdi, os recomiendo reservar cuanto antes, ya que la demanda se dispara en esos días.

Historias con sabor a hogar

Preguntando a los lugareños, me comentaron que no todo el mundo habla euskera. Principalmente lo hablan los niños que asisten a la ikastola, adultos interesados en aprender el idioma o miembros de familias vascas descendientes de emigrantes que llegaron entre los siglos XIX y XX para trabajar en la ganadería.

Arrate, que así se llama una de estas personas y que amablemente me invitó a su casa a degustar el típico pastel vasco, me cuenta que, aunque no sea el idioma que se habla a diario en Boise, el euskera sigue vivo de alguna manera como una marca personal de herencia y cultura dentro de esta comunidad única en EE.UU.

Arrate me explica las conexiones con Euskadi. Boise mantiene proyectos con ikastolas en Errenteria, San Sebastián e Irura. Desde aquí, los niños participan en el “Día de la Ikastola” (Kilometroak), y a veces intercambian materiales vía satélite. Todo un lujazo de iniciativa.

Me habla también de los Oinkari Dancers, un grupo de danza vasca local, y de cómo otros grupos han participado históricamente en clases de euskera desde los años 60.

El sabor de la nostalgia

Un poco de envidia no viene mal… Os dejo una foto de semejante manjar.

Mientras degusto tal delicatessen, Arrate me cuenta la historia de su familia. Sus antepasados llegaron a estas tierras en plena década de los 20 del siglo pasado y echaron raíces aquí. Ella y su marido han visitado el País Vasco en más de una ocasión y han quedado maravillados con nuestros paisajes, nuestra gente y, sobre todo —como me dice este encanto de mujer—, con nuestros pintxos y nuestro vino txakoli.

Después de una velada tan rica, regreso al hotel, desde donde os estoy escribiendo este artículo.

Sentirse en casa… lejos de casa

Como conclusión e impresiones de este lugar, destacaría que, además de tener un encanto especial, sus gentes son todo amabilidad, cordialidad y simpatía. Te hacen sentir como si estuvieras en casa.

Cruzando el charco para sentirte como en casa.

Hasta pronto, Boise

Volveré, no cabe duda. No me vendrá nada mal pasar una temporada por estas tierras para refrescar mi casi ya olvidado euskera.
Mientras tanto, me despido… mañana pongo rumbo a otro destino.

¡Os sorprenderá, ya lo veréis!

(c) Rosa Lafuente, texto y fotografías. Fotografia de portada, infobae

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