Sonorama Ribera 2025
“Hoy voy a invitar a todo, la luna está preciosa”.
Querido Sonorama:
Amaia lo supo antes de conocerte. La atmósfera de las noches tropicales, anecdóticas en la comarca burgalesa, iluminadas por una bellísima luna llena color pomelo, creó veladas mágicas de pausa y miel. Volvimos a encontrar La Salvación de Arde Bogotá en los acordes, en voces que hacen poderosas las palabras, acompasadas por cuerdas y baquetas en un mismo latido.
Por los escenarios desfilaron artistas consagrados, unos aferrados a un estilo cómodo que no defrauda, como un Duncan Dhu (sin Diego Vasallo), con un Mikel Erentxun contenido, austero y anclado en lo conocido, en el lugar seguro no siempre necesario; no dio más de lo ya esperado.
Con La la love you, exploramos “Los lugares donde irás”. Sitios en los que lograremos que nada nos pare, que salga de nosotros lo mejor y todos lo bailen. Paula Matteus nos sorprendió buscando la magia, el vuelo con las alas recortadas, denunciando nuestra condición de aves enjauladas, invitándonos a escapar de mentes cuadriculadas. Una Nena Daconte reinventada, que ha abordado un despegue propio y consciente, sin máscaras, desafiando a los riscos y tormentas ya conocidos del camino. Mirad como vuela tras soltar lastre, sin miedo al miedo, que es pura esperanza. Maldita dulzura la suya, que diría Vetusta Morla.
Viva Suecia invitaba a saltar el charco. Llegados al extremo, aprendamos, encaremos, asumamos que a veces salimos tanto de nosotros que personificamos extraños en los que no nos reconocemos, perfilados por demandas ajenas, por lo que sabemos que funciona, a costa del talento y de un carisma enmascarado por lo práctico de las cifras.
Desamémonos y deconstruyámonos, que nuestro instinto no falla (nos lo enseñó Carlos Sadness, carismático como el solo), va a doler y mucho, pero cuando deje de llover, o no, ya no necesitaremos paraguas, porque todo va a estar bien, garantizado por Besmaya. Besemos nuestras cicatrices, apadrinemos el inconformismo y gritémoslo en cada concierto, que crecer es una trampa y el parque de atracciones en el que se convierte un festival, por un día, nos hace olvidar los problemas, como nos recordó Enol.
Marlon y Amaia lanzaron besos al cielo que nos alertaron de la fragilidad de la vida. Si queremos quedarnos para siempre en nuestro lugar feliz, soltemos amarras. Es nuestra naturaleza, fluir, crecer, y que el momento final sea perfecto y nos sorprenda con las manos vacías y el corazón lleno, bailando un perreo bonito, como Carlos Sadness y La Bien Querida.
Y aunque nos pese, te juro que esto no es lo que parece, que todo cambia, que nada permanece, que vibramos y cambiamos porque no estamos bien. ¿Cuántas veces vamos a preguntarnos cuál es el siguiente paso? Creemos huellas bonitas, sin excusas. Si hay un amor de verano auténtico, créeme que es un festival como el que nos regaláis cada año. Las Cariño saben de qué va. Porque el mundo aún respira, aunque nos duela. Es un Abc de Guitarricadelafuente, no nos compliquemos, que lo que necesitamos es valor, no dinero. Ojos bengala que desaten fuegos artificiales, llamadas de puntillas, saltos a piscinas vacías, porque puede ser que la conozcamos, la felicidad, tan humilde y a la par tan altanera. Hay mil razones para cruzar y ver que hay al otro lado del miedo. Dejémoslo ir si ya no resuena, si la emoción está preservada y cubierta de polvo, porque nos va la vida en ello:
Gracias, Sonorama, por dejar que Amaia hiciera una vez más lo que le dio la gana, con su arpa, su ternura cadente e irreverente, en un escenario que le quedaba pequeño, de la que ni una luna desbordada logró distraernos. Que no se entere nadie. Nos reflejamos en las contradicciones de Rigoberta Bandini y Love of Lesbian, porque a nosotros la gente que lo tiene muy claro también nos pone muy negros. En esta vigesimoctava edición hemos vuelto a vibrar en comunidad, olvidando por unos días los meses de dolor y gloria que te precedieron. Nos reencontramos con Cala Vento, a los que queremos ver en todas las plazas, que diez años se nos han quedado cortos, hasta que caiga el sol, soñando con palabras que no estaban destinadas a encontrarse. Y como clamó una Delaporte, que nunca defrauda, muerte a quien no rompa el suelo y a quien perpetre techos de cristal.
Gracias, Sonorama.
(c) Beatriz Rey, texto, imagen y vídeo
