AtauriArt 2025 llenó de arte, música y teatro el corazón de la Montaña Alavesa

En el pequeño pueblo de Atauri, donde la naturaleza guarda grandes historias y el tiempo parece correr más despacio, este año ha vuelto a ocurrir algo extraordinario: un trocito de Atauri se inundó de risas, de música, de teatro y de circo. Es AtauriArt, un festival que ha sabido convertir la esencia de un pueblo en un escenario abierto, donde las artes escénicas y el humor han sido la mejor excusa para encontrarse, compartir y celebrar.
La edición 2025 arrancó el 12 de septiembre, cuando la compañía Azirkarte nos invitó a “Enkajamos” y, sin dar respiro, el Zirika Zirkus desplegó su energía con “Marietak Zirkus” y así, casi sin darnos cuenta, el pueblo empezó a latir al ritmo del arte. Desde Mendialdeko ogia se encargaron (y muy bien) de que las pizzas con la mejor masa y los mejores ingredientes cerraran esta primera jornada de arte entre risas, circo y aplausos.
El 13 de septiembre la mañana se abrió con los más txikis gracias a Panta Rhei y su propuesta “Krim Oso Txikia”, seguida de un taller que llenó de curiosidad y juego. Por la tarde, Holako Ezpala presentó “Motxila” y, al caer la noche, la Banda de Otro puso a todos a bailar con “Yee Haw”, entre hamburguesas y amistad.
El 14 de septiembre llegó el turno de Koilara Teatro con “La Llegada”, un “work in progress” que recordó que el arte también es camino, búsqueda y sorpresa. Aitor Vinagret, junto con Inda Pereda, hicieron eso que tan bien saben hacer: utilizar la palabra y el cuerpo para transportarnos a espacios increíbles e historias …¿especiales, auténticas, distintas, curiosas…?
Y como toda buena fiesta en Atauri, el pulso cultural no termina en septiembre. En octubre, el Zurrunka Teatro nos hará soñar con “Pulcinella Txio-Txinela” (día 17) y el grupo Pez Limbo bajará la marea con su espectáculo “Marea Baja” (día 18). Ya en noviembre, el día 15, Ameskoako Antzerki Taldea presentará “Calle San Pelayo 56”, cerrando un ciclo de propuestas diversas y siempre vivas.
Atauri no es solo un escenario. Es un pueblo con memoria, con gentes que saben lo que significa cuidar lo propio y abrirlo al mundo. Desde la tradición de la montaña alavesa hasta la alegría del presente, AtauriArt es el reflejo de un lugar donde cada detalle se piensa con mimo: desde la organización que vela porque todos se sientan parte, hasta los vecinos que comparten mesa, risas y conversación con quienes llegan de fuera.
En este rincón de Álava, el arte no se mira desde la distancia, se vive.
AtauriArt es un festival hecho por todos y para todos, donde el humor une generaciones y las artes escénicas se convierten en un lenguaje común que atraviesa fronteras.
Quizás eso sea lo más mágico: descubrir que en un pueblo pequeño late un festival gigante, capaz de recordarnos que la cultura, cuando se comparte, nos hace más humanos y más felices.
Y no olvidemos que aquí, inmersos en este increíble escenario natural como es el Parque Natural de Izki, existen otras narradoras : las minas de asfalto natural, silenciosas testigas del siglo XIX y XX que resurgen ahora como protagonistas. Discretas, pero firmes, se levantan para recordarnos que en su silencio habita la fuerza de nuestra identidad, y que la tierra misma guarda un arte que dialoga con el tiempo.
Una unión entre las artes escénicas y la historia de nuestro pasado, en medio de un entorno de asfalto natural.
Un premio para una comarca que, discreta, entrega grandes legados para hacerse aún más grande, no en tamaño, sino en la calidad de su tradición y de su cultura.
Un homenaje a los vecinos que cuidan y mantienen viva la memoria, el festival de arte, sus relatos, y que, al abrir el telón, hacen posible que estas iniciativas sucedan.
Yo, como artista, sonrío al entender qué es de verdad AtauriArt.
Yo, como guía, aplaudo la gran historia que descubro y que me permiten custodiar junto a ellos.
Yo, como narradora, me enorgullezco de que de mi voz nazcan estas historias, estos pueblos y el entorno rural al que tanto debemos.
Y así, entre voces, manos y memoria, el pasado se hace presente y el presente se convierte en arte.
Un eco que viaja, un telón que se abre, un latido compartido: la belleza de un pueblo que se recuerda a sí mismo mientras sueña hacia adelante.
Y no olvidemos que Atauri Art 2026 está ya (estoy segura) en las mentes de estos vecinos que luchan por el arte la cultura y sus historias
¡Gracias Atauri!
(c) Arantza Cordero, texto; Imágenes, AtauriArt