domingo, octubre 12, 2025
Ecología

La ecología del fuego

Los incendios forestales llevan siendo portada de verano desde décadas atrás. Pero, por qué siendo ahora tan visible dicho problema, y a pesar de nuestro avance en políticas de extinción y prevención, e incluso de la prohibición para construir en terrenos incendiados y así evitar la especulación, es ahora cuando sufrimos más los.estragos del fuego.

Recuerdo los relatos de mi abuelo, un palentino al que llamaban La Escoba, porque a parte de su trabajo como jefe de la oficina de Correos de su pueblo, cazaba, pescaba, y además llevaba su propia granja y la de un Marqués. Él lo tenía claro. El ganado pastaba, y los vecinos se encargaban de limpiar sus tierras y también de limpiar las zonas de bosque.

No había una ley que les obligase a ello. Era una norma de necesidad y de conciencia ciudadana. Una obligación moral. Ahora existen leyes que regulan esta serie de acciones y, sin embargo, ¿se cumplen?…

Pero entonces, por qué, a pesar de nuestro avance en políticas sociales, carece de eficiencia y efectividad. ¿Estamos atados de pies y manos? ¿Nos hemos deshumanizado? ¿Es tanta la corrupción, humana y política, como para dañar nuestro país sin importarnos las consecuencias? ¿Nos encontramos en una batalla imposible contra el Ecosistema?

El problema de los incendios se podría comparar a una Plaga Divina Mundial, porque no somos los únicos castigados por la Furia de Dios. Aunque sin límite de temporalidad. Porque nadie va a convertir a nadie en creyente, y por más evidencias del desastre mundial que eso supone, parece que nos volvemos más ciegos ante ello.

No debería sorprendernos, porque el ser humano es diligente en limitar su campo de visión a males humanitarios, como mula provista de antiojeras. Y, en consecuencia, sólo protesta cuando le afecta de forma directa.

Pero la realidad está ahí, la aceptemos o no. Incendios desproporcionados que cada vez destruyen mayor extensión de terrenos y bosques. Fallecimientos. Pérdidas materiales vitales. Y si no tomamos conciencia, llegará un día en el que ya no quede nada por lo que llorar.

Si la naturaleza es pólvora, nuestro deber es no prender la mecha. ¿Cómo? Retomando el valor de creer en nuestros descendientes, a quienes tenemos que dejar un mundo mejor. A no vestirnos con el estandarte del Carpe diem. Así como somos lo que comemos, somos la Historia de la que se hablará dentro de 50 años, por decir algo. Somos, o deberíamos ser, Conciencia. Y para salvaguardar dicha conciencia y salvaguardar el Planeta, también deberíamos ser Política. Una Política que se preocupara de Prevenir el problema.

Es evidente la importancia de luchar contra el calentamiento global. Las sequías prolongadas y el cambio climático propician la sequedad del ambiente, y por consiguiente los incendios. Hay que volver a ser responsables como sociedad civil del cuidado de los campos y bosques. Todos y cada uno de nosotros tenemos un cierto poder de actuación que debemos cumplir.

La falta de población en áreas rurales no es una consecuencia directa de la voluntad de los ciudadanos, ese es otro debate. Pero los Poderes Públicos tienen el deber y los medios de buscar soluciones tanto a dicha desertización como al hecho de poblar zonas donde se carece de la protección necesaria ante incendios.

El fuego es un elemento más de la naturaleza, que convive con el agua, el aire y la tierra, en una relación sutil que precisa de un equilibrio para mantenerse en armonía. Y nosotros, como seres humanos, precisamos de cada elemento para vivir. Sólo puedo pediros que actuemos en conciencia.

(c) Luna Henxe, texto y fotografías

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