¿Quién es la abeja reina?
Un panal de abejas está formado por diferentes celdas. Las abejas crean esferas a partir de la producción de cera, y son estas esferas las que al unirse se deforman y crean formas hexagonales que aprovechan mejor el espacio y son más consistentes. El resultado es una estructura fuerte y firme que las protege del exterior, es decir, un hogar. Siguiendo este patrón se crearon las viviendas de Ajuria. ¿Veis el parecido con una colmena? Desde mi mirada subjetiva, es indiscutible.


Las personas mayores llamaban a estas viviendas «Las casas de La Meta», por la empresa Metalúrgica Alavesa que ocupó desde los primeros años del siglo XX los terrenos donde ahora están ubicados los bloques de pisos. Los empresarios Serafín Ajuria y su socio Segundo Aranzábal compraron La Meta en 1901, cuando se encontraba en crisis, y montaron su propia empresa. En los años 70 un nuevo Plan Parcial recalificó los terrenos para crear la gran manzana residencial actual.

Volvamos al universo apícola. Dentro de las colmenas existe una organización muy estricta que adapta los espacios a las necesidades reales de sus habitantes, reflejando su forma de vida los ideales de orden, unidad, comunidad y armonía con la naturaleza. Las celdas más pequeñas las ocupan las abejas obreras, las abejas macho se sitúan en celdas un poco más grandes y, obviamente, la celda que más destaca entre todas pertenece a la abeja reina.
El arquitecto, diseñador y fotógrafo catalán José Antonio Coderch de Sentmenat diseñó las viviendas de Ajuria con la colaboración de varios arquitectos vitorianos. Todo el equipo humano que participó en el desarrollo y ejecución de esta innovadora propuesta fue esencial para hacer realidad un exitoso proyecto que, a día de hoy, sigue llamando nuestra atención y que está perfectamente integrado en su entorno.

El complicado proyecto consta de novecientas treinta y ocho viviendas distribuidas en edificios de seis, siete y ocho alturas, unidos entre sí por calles peatonales que favorecen la seguridad y la comunicación vecinal. Al igual que ocurre con las abejas, las necesidades de los diferentes tipos de familias definieron las distribuciones interiores y, por tanto, la forma exterior del conjunto. En Ajuria hay viviendas desde setenta y cinco hasta ciento noventa metros cuadrados, eso sí, todas ellas envueltas en fachadas de ladrillo cara vista rojo con ventanas blancas.

Reina, zánganos y obreras son esenciales para mantener la colonia viva, cada cual cumpliendo sus funciones. Coderch de Sentmenat diseñaba los edificios desde dentro hacia fuera, poniendo a la persona en el centro y dando valor a la diversidad. El arquitecto murió antes de ver este proyecto finalizado, pero su manera de entender la vivienda colectiva no solo sigue viva, sino que cambió la mirada arquitectónica. Sus obras son referentes internacionales.
Las abejas no pueden volar según las leyes de la física. Según el tamaño de sus alas, el peso de sus cuerpos y la aerodinámica conocida, su vuelo no es posible; pero vuelan. No podemos alcanzar todas nuestras metas ni hacer realidad todos nuestros sueños, pero una cosa es cierta: si no lo intentas, no lo conseguirás.
Vamos a terminar esta publicación con una frase que me encanta. Es de Coderch de Sentmenat y está sacada de su artículo No son genios lo que necesitamos ahora, publicado en la prestigiosa revista Domus en 1961:
«Abre bien los ojos, mira, es mucho más sencillo de lo que imaginas»
¿Os sigue pareciendo casualidad que Ajuria se parezca a una colmena?

(c) Vanesa de la Puente, texto y fotografias, a excepción de La Meta, foto de Ceferino Yanguas