Libro viejo, libro nuevo

El libro viejo siempre ha tenido algo mágico, algo que va más allá de nuestro razonamiento, pero el polvo que guarda entre sus páginas también es alérgico y erótico a partes iguales, con ellos hemos crecido y los guardamos en las estanterías como joyas de otras vidas y de otras edades.

Con ellos hemos aprendido a emocionarnos y es, hoy en día, uno de los últimos legados que nos han dejado nuestros antepasados, tener un libro en casa es de un valor incalculable… Pero, ¿hasta dónde podemos bendecir nuestro pasado?

En estos últimos años han nacido otras expresiones y con esas expresiones, otras formas de lectura, el libro en papel sigue luchando por sobrevivir en la ERA digital, se ha creado otro concepto y con él la comodidad por leer cambiando tamaños de letras, párrafos y matando menos árboles.

Así, han vuelto a nacer obras descatalogadas hace tiempo; ya no es tan complicado encontrar Buscones y Quijotes, y puede que nuestros biznietos miren los libros de papel como auténticas reliquias de un siglo que no les pertenece. La culpa la tiene el tiempo, ahora puede que nos parezcan muy lejanas figuras como Mariano José de Larra o Leandro Fernández de Moratín; pero si miramos a nuestra historia literaria nos damos cuenta que deberíamos resetear nuestros gustos literarios e intentar volver al principio de todo, donde el papel era el todo para conocer a Buscones y Quijotes.

Ferias del libro como la que hay en Vitoria-Gasteiz, de saldo y ocasión, con sus catorce puestos, en la plaza de los Celedones de Oro hasta el 29 de Septiembre, nos ayudan a recuperar las páginas, el polvo y las columnas subrayadas; libros amontonados recuperan su máxima expresión y adquieren un nuevo diálogo con los curiosos y lectores que se acercan, recuperando sus vidas de estudiantes o juventud. Así, esta pequeña feria es una llamada de auxilio y un regalo para los amantes de la lectura.

Claro que no hay que dar la espalda a la modernidad, hay que dejarle un hueco en nuestras vidas; tal vez los e-books sean necesarios en esta sociedad, pero también puede que el corazón tenga páginas de papel en sus latidos.