Angoulême dentro de una viñeta
Vitoria-NeGrasteiz, el Festival Internacional de Novela Negra y Policiaca referente en el País Vasco, en una nueva colaboración con CulturaBAI, acudió a nuestra ciudad hermana, Angoulême, a empaparse de color e historias, acogidos por la LII edición del Festival Internacional del Cómic. En esta última convocatoria se contaba con nuestro país como invitado y en su propia carpa se sucedieron, desde el 29 de enero hasta el 2 de febrero, las citas de ilustradores, coloristas, guionistas, investigadores y editores, enfocándose principalmente en la salud de la novela gráfica española. En una fusión deliciosa de todas las artes, la ciudad se vuelca cada año en el género, acogido en espacios que van desde su magnífica catedral románica hasta locales con aromas clandestinos sepultados en antiguas bodegas, como el Off of off, a ritmo de jazz, cuando las citas oficiales mutan en encuentros espontáneos.
Pongamos el foco en dos de las mesas redondas profesionales.
¿Existe una industria del cómic en España?

Ricardo Esteban, creador y editor jefe de Nueve Nuevo Ediciones y Marta Tutone, traductora, doctora en estudios literarios y feliz editora de Liana Editorial, trataban de responder a esta pregunta, moderados por Óscar Valiente, otaku, divulgador, editor y gerente de Norma Cómics. Os presentamos una síntesis de las necesidades expuestas.
La versatilidad de las historias gráficas les permite adaptarse a todo tipo de géneros y públicos, y lenta pero firmemente, consiguen romper con el mito trasnochado del cómic como un formato ligado en exclusividad al público juvenil y al humor.
Uno de los objetivos de la industria es la dignificación de las historias dibujadas como cultura, camino ya abonado con el trabajo ingente de editoriales como Astiberri, Dolmen y Cúpula. La prensa empieza a reconocer el peso de lo gráfico; no hace tanto, era impensable dedicarle una página completa a una presentación, así como mesas en exclusiva en las ferias del libro o sectores completos en las librerías, amén de las más de doscientas que se dedican en exclusiva al noveno arte. Editoriales como Edelvives cuentan con profesionales y maquinaria especializados en cómic. La creación en lenguas como el catalán, el euskera o el gallego empieza a despuntar. La cantidad de publicaciones es inasumible para la industria nacional y la calidad roza la excelencia, por lo que se trabaja en colaboración con editoriales internacionales. Se necesitan más congresos y asociaciones para que la gestión esté a la altura de la producción.
Otro de los retos es institucionalizar su lectura y fomentar su consumo en colegios, bibliotecas y museos, vectores necesarios para comunicar, concienciar y educar. Urge lograr que los maestros utilicen los cómics como medio de expresión artística, para crear un tejido sólido en el sector, que normalice su lectura y divulgación, equiparándola con la narrativa tradicional. Superemos el miedo atávico a la lectura de las historias ilustradas, desterremos ese complejo argumento endeble de género menor. Intelectualmente, está a la misma altura que cualquier otro, siendo un medio de expresión multidisciplinar que se complementa a la perfección con el resto. Es el altavoz perfecto de la historia, la filosofía, la denuncia social, la literatura. ¿Cuántos de nosotros nos acercamos a las aventuras de Don Quijote y Sancho, entre otros clásicos, a través de las viñetas? Iniciativas con éxito, desde lo privado, como la puesta en marcha por Ediciones Bayard, con campañas de suscripción en colegios a revistas del cómic, adaptadas a las diferentes etapas de la educación, son un paradigma de lo que se puede hacer.
Encuentro de creadoras de cómic

Hermanadas con el colectivo de autoras francesas, las autoras españolas reivindicaron la documentación, la investigación y la traducción como creación, invisibilizadas, para despejar cualquier atisbo de duda. Creadoras de todas las edades y géneros dentro del cómic: guionistas, ilustradoras, coloristas, divulgadoras, docentes, libreras… en un ejemplo de sororidad y objetivos compartidos, dentro de los diferentes puntos de vista, pero con un nexo común: la necesidad de superar las etiquetas de lo femenino y la adaptación a los cupos, corsés que infravaloran y minimizan el trabajo y lo meritorio de las obras. Reconocen el apoyo de compañeros que, como la mayoría, cuestionan el dislate que supone lo que llaman el mujerismo sin fundamento, pero que a su vez rechazan participar en mesas donde la ausencia de colegas femeninas silencie el trabajo de éstas.
Se expuso una fusión de planteamientos en la que todas tuvimos voz, insistiendo en la importancia de las redes de apoyo. Se destacó la importancia del trabajo en equipo y el apoyo mutuo del colectivo, incidiendo en su agradecimiento a las investigadoras, que han desempolvado a autoras hasta hoy desconocidas. No se olvidó agitar el avispero de los cuidados, asumidos a la condición femenina, que relegan la faceta profesional de las autoras, hasta horas que deberían ser de sueño o descanso, y que muchas veces acaban por borrarla. El colectivo de autoras de cómic es de los pocos que ha reclamado reformas en la ley, para facilitar la conciliación de las cuidadoras con su condición de autónomas.
Esta iniciativa reclama más espacios para trabajar y presentar programas en común y reforzar el sector, reivindicando el papel de la traducción y la investigación como parte de la autoría, así como el de las libreras, las más expuestas al público, que no siempre se sienten reconocidas en un género cada vez menos minoritario.

El Pabellón España (referencia más significativa para la visita profesional del Festival Angoulême de 2025, por parte de la dirección de Vitoria-NeGrasteiz) nos obsequió con muchas más charlas, clases magistrales, mesas redondas y exposiciones, además de las comentadas anteriormente.
Desde el “Cómic Pro y el fomento del talento español” (con la participación de editoriales e instituciones francesas), hasta la “Autoedición en España” con Jordi Bayarri, Paú y Marta Tutone; pasando por “Estrategias de internalización” con Laura Pérez, Alfonso Zapico, Ken Nimura y Ricardo Beltrán; “El libro blanco del cómic” de la mano de María José Gálvez, Sara Jotabé, Alejandro Casasola y Óscar Valiente; “Cómo se ve desde las instituciones al cómic” con María J. Gálvez, Inmaculada Ballesteros, Marie Fabbri y Alejandro Casasola; o el interesante “Encuentro de investigadoras del cómic” (un aperitivo muy apetecible) al posterior “Encuentro de autoras de cómic” antes reseñado en toda su amplitud.
Y todo ello sin olvidarnos de las puertas abiertas al público en general, en donde se presentaron cada día siete encuentros diferentes para abordar de la mano de grandes plumas del cómic español (Paco Roca, Belén Ortega, Kim, Antonio Altarriba, Keko, Max, Verónica Álvarez, Marika Vila y un sinfín de autores y autoras, dibujantes y guionistas hasta llegar a los ochenta invitados).
Se conferenció ante un público entregado, que abarrotó un pabellón calentito en cada encuentro (además de por la potente y acogedora calefacción, ante el frío exterior reinante en la capital de los angumoisinos de Nueva Aquitania), fundamentalmente por sus participantes, versados y referentes en la historieta española; además de por la ingente variedad de temas abordados, tales como: “Viñetas y feminismo”, “Pop popular y folclore”, “Escribir con dibujos”, “Cómic y memoria”, “Nuevas voces del cómic”, “Talento USA made in Spain”, “Humor e historieta”, “El boom de los 80”, “El cómic franco belga”… y así hasta completar cuatro días inolvidables.
Angoulême se despedía de nosotros con la misma temperatura a la que habíamos llegado, pero con un sol refulgente, que marcaba desde la orilla del río Charente las líneas maestras de una edición soberbia, dibujada con rotring y tiralíneas, que rellenaba, al igual que las viñetas del TBO, una página en blanco con nuevos contactos, futuros amigos, talentos emergentes, música de garito y un cassoulet toulosain regado con un buen Médoc y empujado con una impagable baguette.
(c) Beatriz Rey y Txusmi Sáez, texto y fotografías