viernes, febrero 7, 2025
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“Como una amiga me dijo hace poco, las parroquias son un reflejo de la vida social, y es cierto”, Isabel Mellén

Isabel Mellén es filósofa, investigadora y divulgadora. Vive con pasión su voluntad de descubrir el pasado y transportar a quien quiera leerla o escucharla, a ese enigmático mundo. Pero ¿quién es realmente Isabel Mellén? 

Nacida en Vitoria-Gasteiz, a sus 38 años ha recibido varios premios, entre ellos el premio de la Fundación Sancho el Sabio y también los premios SER de Álava Sariak. Además, ha editado Amorum Emblemata, Tratado Hermético sobre el Amor. Y ha escrito y participado en cinco libros, entre ellos El Sexo en Tiempos del Románico, que acaba de presentar. 

Antes de ocuparnos de descubrir El Sexo en Tiempos del Románico, te damos las gracias, Isabel, por estar aquí hoy con culturabai.es y por ayudarnos a conocerte mejor a ti y a tu obra. Pero dinos, quién es Isabel Mellén y qué te llevó a seguir el camino del románico, tema inequívoco de tu trayectoria.

Qué pregunta más difícil. Depende el ángulo desde el que lo miremos. En todo caso, si me tuviera que definir de alguna manera, diría que soy una apasionada por los temas que me han llevado siempre. Primero la literatura, la escritura, después la filosofía, luego la historia del arte. Me he ido apasionando por el camino por todos esos temas y al final han confluido en una trayectoria que creo que es coherente. En filosofía, por ejemplo, me especialicé en estética, que es una rama de la teoría del arte, entonces reflexiono mucho también sobre las imágenes a nivel teórico. Y luego por el camino y la trayectoria vital me fui enamorando del románico.

Como historiadora del arte empecé trabajando en la cátedra de Santa María, fue mi primera incursión en el medievo, explicando esa catedral con el magnífico equipo que tienen allí. Luego, Gorka López de Munain y yo, desarrollamos nuestro propio proyecto, Álava Medieval, el cual abandonamos hace ya dos años, pero fuimos quienes lo pusimos en marcha. Y ahí sobre todo nos especializamos ambos en el arte románico de Álava. Empezamos a preocuparnos por el patrimonio local, y a partir de ahí empezaron a surgir preguntas que exceden lo local. 

En mi caso, me empecé a preguntar por el papel de las mujeres en el románico, y a replantearme las bases del conocimiento que teníamos sobre esa época y de cómo realmente lo que estábamos diciendo nos habla más de nuestro presente que de lo que ocurría en ese momento. Por ejemplo, el románico siempre ha tenido relatos muy misóginos, muy teocéntricos, y descubrí que esa misoginia y ese teocentrismo no son los propios de la Edad Media, sino que son los propios del siglo XIX y del siglo XX, que somos herederas de esos discursos. Ahí es cuando encontré un filón absoluto de decir si lo que aparece aquí representado es un poder femenino al que no le habíamos hecho caso. Son una serie de relatos, de discursos, de mentalidades que hemos querido ignorar a toda costa precisamente porque ponían de relieve a las mujeres, y si seguimos esta senda vamos a encontrar temas muy interesantes.

Entonces el románico se ha convertido para mí en una especie de espejo de nuestra sociedad, que nos sirve para pensar no solamente cuestiones que eran importantes en su tiempo, como el papel de las mujeres o la sexualidad, sino también para repensar un poco las bases de la sociedad actual. 

Después de lo que nos has explicado, y conociendo tu profundo amor por el territorio alavés, ¿cómo has vivido la pérdida de edificios emblemáticos o simplemente testigos del pasado vitoriano?

En un principio lo llevé un poco peor, sobre todo dependiendo de qué investigaciones. Me interesé mucho por el patrimonio desaparecido, tanto a nivel de ermitas, iglesias, que habían desaparecido la mayor parte de ellas en el siglo XIX, porque no solamente es el edificio en sí, es también la información. Toda esa información que hoy en día sería valiosísima para entender mejor el periodo, la evolución histórica, el por qué estamos aquí, por qué han pasado ciertas cosas. Como una amiga mía me dijo hace poco, las parroquias son un reflejo de la vida social, y es cierto. Si ves la evolución de esos edificios te va marcando la evolución de los pueblos, de las sociedades, de las creencias, de las ideas, de los roles de género…

Por ejemplo, lo llevé mal en la investigación del desaparecido convento de San Francisco de Vitoria. El recorrer un edificio que ya no está, a través de las imágenes que habían quedado, a través de la documentación, todos los sepulcros que había allí, de gente con apellidos, de carne y hueso, que habían tenido sus vivencias, que habían decidido reposar ahí para la posteridad, para que nadie se olvidara de ellos, y sin embargo unos siglos más tarde destruimos sus tumbas, destruimos sus huesos, los tiramos en cualquier lado.

Ahora he aprendido a no pensar tanto en ello, al final es la evolución natural de las cosas. Nos tenemos que conformar con lo que ha llegado, se seguirá perdiendo información, se seguirán perdiendo edificios, lo único que podemos hacer para revertir eso es documentarlos lo mejor posible. Sacar fotografías, poner información por escrito, porque también podrá desaparecer. Crear relatos, crear discursos, descripciones de estos lugares. Porque, así como el edificio puede no llegar al futuro, pueden llegar tus palabras. Mi sueño, por ejemplo, sería viajar al momento del siglo XII y ver cómo era exactamente una iglesia románica recién construida, porque no tendría nada que ver con lo que nos imaginamos. Verlo en ese momento recién hecho, con todas sus pinturas, ver el uso que tenía, que desde luego ahora no… Tenemos muchas incógnitas de cómo se utilizaban, porque no era el que se hace hoy en día, no había misa como tal, había otras cosas.

En esta madeja de historia y pasión, ¿dónde se separa o dónde se une la Isabel profesional histórica de la Isabel mujer? 

Bueno, al final todas las personas que se dedican a la investigación, sea en ciencia, medicina, historia, filosofía…, su biografía entra en juego en sus investigaciones. Como personas no nos podemos desligar ni de nuestra propia biografía ni de nuestro tiempo histórico. No hay un conocimiento objetivo. Todo conocimiento está enraizado en un contexto, en un tiempo, en unas ideas, en una serie de prejuicios que los tenemos sin darnos cuenta desde que nacemos. Entonces, por supuesto, la Isabel persona, va siempre con la Isabel profesional, negarlo sería mentir. Y por supuesto que mis vivencias como mujer influyen muchísimo en la investigación y así debe ser. 

En mis investigaciones ha influido muchísimo, por ejemplo, el hecho de que haya atravesado dos embarazos y dos partos. En mis dos últimos libros ha coincidido los dos con procesos de embarazo-parto y tenía que investigar y hablar de mujeres que estaban embarazadas y pariendo, que son las que aparecen representadas en el románico. Considero que es una suerte la que he tenido de poder vivir esos procesos biológicos y también el proceso de la maternidad, mientras investigaba cómo otras mujeres lo vivieron en el pasado.

Desde fuera te puedes hacer una idea, siempre está la empatía, pero haber atravesado la angustia, el miedo, el dolor, todo eso te ayuda a comprender mucho mejor estas imágenes. Por ejemplo, en el caso de las imágenes embarazadas en el románico, es que se las consideraba lujuriosas, pecadoras, adúlteras y digo yo, pero ¿por qué? ¿Por qué estás insultando a esta pobre señora que está aquí pariendo?… Si esta mujer tiene ese gesto es porque está sufriendo los rigores del parto.

Cuestiones como estas no se las habían preguntado otros investigadores, por eso creo que hay que reivindicar también las propias biografías, porque nos da un conocimiento extra. Otra cosa es el rigor. Tu experiencia te va a servir también para tu investigación, pero luego tienes que saber qué cosas pasaban, cotejarlo con datos, argumentación, tiene que haber una serie de baremos que hacen que sea un conocimiento científico de garantía y no una ocurrencia de un buen día. 

En tus libros y podcast reflejas la importancia de la mujer, tal y como nos vienes comentando, tanto en la política como en la sociedad. En una época en la que la gran mayoría de las personas de a pie creen que pasaba desapercibida. ¿Cuál fue su verdadero papel y por qué permaneció oculta? 

Aquí tengo como una frase que ya es casi un cliché, que es la culpa de todo la tiene el siglo XIX, bueno, también Trento. Las dos épocas son los grandes males de las mujeres y del mundo en general, y la ilustración, por supuesto. Entonces, ya tenemos los culpables bien localizados.

¿Cuáles han sido los puntos de inflexión negativos para las mujeres y dónde viene esa ocultación? Digamos que, en el siglo XIX, a partir de la ilustración, deciden replantear todas las bases del conocimiento y hacen un conocimiento a su medida. La ilustración es un movimiento que es elitista y masculino, es para señores ricos, europeos, blancos, y lo que está promocionando es que ellos son la élite, están en la cúspide social y luego el resto de la población, como son menores de edad a nivel intelectual, tienen que obedecer sus órdenes, y de algún modo estar sujetos a su tutela. Pero en la práctica esa tutela es violenta. Ahí nos encontramos con un colonialismo brutal como nunca se había dado en la historia de la humanidad, unos niveles de violencia exageradísimos, hay un odio hacia la gente pobre. Lo que quieren es crear un mundo a su medida.

El patriarcado que tenemos hoy en día tiene esas raíces del siglo XIX. En él se empieza a crear el estereotipo del ángel del hogar, de que las mujeres deberían estar en el hogar, claro es un estereotipo que solo funciona para la burguesía, las mujeres pobres obviamente tienen que trabajar, pero bueno es como el ideal de mujer y ese ideal de mujer se les ha ido de las manos completamente porque es el que encontramos luego en el franquismo, el que se nos sigue vendiendo todavía, cuando las mujeres normalmente no cumplían esos roles en otras épocas. Pero se ha querido ver a todas las sociedades del pasado en base a ese ideal, entonces claro, empiezan a decir que sobre todo en la prehistoria, la mujer estaba en la cueva, los hombres iban a cazar, todas estas películas que se han montado, pero que luego no se sostienen sobre ningún dato real. La arqueología dice otra cosa y lo mismo la documentación y las imágenes del románico dicen otra cosa, y es que las señoras tenían poder y hacían cosas. ¿Dónde están aquí esos ángeles del hogar? Eran señoras currando, o señoras en los gremios, o señoras trabajando en la construcción, en el campo cargando a sus hijos. Trabajos durísimos, que exigían mucha fuerza. Entonces, la historia que nos han contado es un relato idealizado, hecho a la medida para aquellos hombres.

Esto nos lleva a tu última obra. El sexo en tiempos del románico. En ella nos cuentas el verdadero significado de esas referencias sexuales desperdigadas en las iglesias del románico. ¿Puedes explicarnos algo de ese significado que desconocemos?

Bueno, el tema del significado es complejo.

De hecho, en mi tesis doctoral precisamente hablo sobre el significado de las imágenes a nivel filosófico. Elaboro una teoría sobre el significado con bases… Es una cosa muy abstracta. El caso es que le he dado muchas vueltas a cómo una imagen transmite significados. Y en contra de lo que pensamos, una imagen no tiene un único significado. Cuando te dicen eso, te están engañando. Las imágenes pueden adquirir diferentes significados según la mirada que esté involucrada percibiéndolas, según la persona que la ha creado. Hay muchísimos factores. La cultura en la que está inmersa. El tiempo histórico.

Las imágenes que tienen significado no se miraban de la misma manera en el momento de su creación que como las hemos mirado en el siglo XIX o XX o como las miro yo. También es importante la persona que está mirando desde qué punto mira, desde qué lugar. Entonces no puedo dar un significado cerrado.

Lo que sí que hago y lo que sí que puedo ofrecer es una serie de coordenadas que estaban funcionando en la época y que nos sirven para ponerle contexto a esas imágenes. Las imágenes de partos, por ejemplo. Vamos a ver cómo eran los partos. Cuáles eran las ideas reproductivas que había. La mentalidad. Lo estudio más desde el punto de vista de la mentalidad de las personas promotoras y de las personas espectadoras de su tiempo.

Y luego lo cotejo con nuestra mirada actual. Es un poco el trabajo que hago en este libro. Una misma imagen dentro de la misma época para un clérigo que está abogando por el tabú sexual, por la represión y por el celibato, cuando contempla una imagen de coito explícito, por ejemplo, le horrorizaría. Pensaría que es un pecado. Pero, claro, la persona comitente que la ha hecho no es él. Normalmente suele ser una persona de la nobleza y generalmente las mujeres.

Vamos a ver qué pensaban ellas, que estaban creando esa imagen o que mandaban hacer esa imagen, qué es lo que pensaban sobre la reproducción, sus valores nobiliarios, el rol que ellas tenían con el tema de los partos. Por ejemplo, con el tema de los coitos. Qué significaba el sexo para una mujer de la edad media.

Y ahí te cambia mucho la mirada. Y solamente la habíamos mirado de manera no casual, desde el punto de vista del sacerdote que está reprimiendo. O desde el punto de vista de un señor que le gusta y las consideraban eróticas o pornográficas. Estas son miradas contemporáneas. 

Vamos a ver cuáles eran las miradas de ese entonces y vamos a presuponer, qué es lo que tenemos que hacer siempre que las sociedades son diversas y cómo hay diferentes personas con diferentes orientaciones sexuales, diferente género, diferente clase social. Todo eso influye a la hora de interpretar una imagen.

Vamos a intentar analizarla desde todos los puntos de vista posibles. Vamos a ver qué imágenes hacían los clérigos que estaban abogando por la represión sexual, que no eran todos, que era solamente un pequeño grupo. Vamos a ver qué pensaban las clases nobiliarias y vamos a ver qué pensaban los hombres, las mujeres, qué pensaban las personas que podían ser homosexuales o que podían ser transexuales.

Cómo interpretarían estas imágenes en base a parámetros siempre de su tiempo. Y ahí nos llevamos una sorpresa porque además las categorías que utilizamos hoy en día, como todas las que te he descrito, no existían en el siglo XI-XII. No existía la heterosexualidad, no existía la homosexualidad, el género era una cosa mucho más difusa, no existían todo este tipo de palabras, ni siquiera la bisexualidad.

Entonces, vamos a ver cómo lo podrían entender. Intento acercarme un poco a esa compleja y diversa sociedad medieval para tratar de analizar estas imágenes. Y sé que es verdad que, en el libro, sobre todo, trato dos mentalidades distintas y que son opuestas. El resto de la sociedad la dejo al margen porque creo que no es el objeto del libro. Me centro en las imágenes de románico y quien estaba promocionando la mayoría de las imágenes de iglesias románicas eran dos grupos sociales. La nobleza, en el que incluiríamos también reyes y reinas, aunque están en un punto intermedio entre los dos estamentos y el estamento eclesiástico.

Claro, la visión del sexo que van a tener es completamente distinto. Las clases nobiliarias van a hacer una apología del sexo y de la reproducción, porque ahí está la base de su poder político en el incesto, en reproducirse entre sí, en generar una especie de casta superior en base a esa eugenesia que estaban practicando entre sus familias y ahí, sobre todo, el poder del cuerpo femenino para la descendencia. Su cuerpo es sede de poder político y ellas lo muestran con orgullo y lo muestran como tal. Eso no tiene nada que ver con la mirada represora que tienen los clérigos que les disputan en ese momento el poder político a estas clases nobiliarias y que abogan, por lo contrario, por el celibato.

Así pues, van a intentar promocionar el tabú sexual, van a intentar controlar la sexualidad primero de su propia clase social y luego del resto de la sociedad y claro, todo esto es un proceso larguísimo que empieza en el siglo XI y que poco a poco el estamento eclesiástico, va haciendo que estas ideas que eran minoritarias en estas épocas del románico vayan extendiéndose en todas las capas de la sociedad. Y encontramos que efectivamente consiguen que ese poder político se manifieste hasta en el nivel sexual de las personas en el siglo XIX Y XX. Es un proceso que tarda mil años en terminar, y ahora estamos rebelándonos contra ese proceso.

Ahí hay un tema muy complejo e interesante, que se refleja en las imágenes del románico, y es que hay una lucha de poder político que se manifiesta a través de la sexualidad desbordante o la ausencia total de sexualidad y que eso ha tenido consecuencias que han llegado hasta nuestros días y a nuestro modo de entender la sexualidad. 

Entonces, básicamente estudio esas dos clases sociales en el libro, y me centro en esa batalla por el poder.

¿Qué nos aconsejarías visitar dentro del territorio alavés para analizar y entender mejor estos detalles que nos explicas en tu libro?

Lo primero que recomendaría sería dar un paseo hasta Armentia, echar un vistazo hasta el ábside de la iglesia, fijarnos en las representaciones que son rarísimas y que están por fuera de las ventanas, los capiteles. Nos olvidamos del resto de la iglesia, porque eso es un proyecto constructivo posterior que hace un obispo, y por tanto hay mensajes religiosos. El obispo amplió la iglesia sobre una anterior que era privada, y sé que era privada por su iconografía, caballeros, damas y una vulva de gran tamaño. Y hay un par de capiteles que les hemos llamado los capiteles de la fertilidad que son como una clase de educación sexual de la edad media. Junto a esa vulva, que en su momento se había interpretado como una flor, como elementos geométricos, de todo menos lo que en realidad era, aparece una mujer desnuda que nos enseña los pechos, y con el torso girado nos enseña las nalgas, la vulva, el ano, con todo lujo de detalles. En la vulva podemos ver claramente los labios internos, externos, el clítoris, la uretra. Y hay una serie de imágenes al lado que pueden aludir a creencias reproductivas de la época. Y enfrente tenemos dos mujeres embarazadas. Una de ellas se lleva una mano al vientre, y en la otra mano sujeta un elemento vegetal. A la otra se la ve cogiéndose la tripa y por su tripón que va a parir ya. Y hay un hombre cogiéndose las barbas, un gesto que tiene que ver con la fertilidad y la virilidad masculinas de la época, y también sujetando una especie de flor en la mano. Se puede decir que condensa muy bien la idea de la fertilidad de la Edad Media.

Otro lugar para visitar sería la Ermita de Tobera, cerca de Berantevilla. Está plagada de representaciones sexuales. Tanto en el exterior como el interior. El interior tiene capiteles donde aparece una mujer desnuda, otra escena dando el pecho a un niño, en otras aparecen algunas metáforas que tienen que ver con el sexo, coitos explícitos, hombres enseñando genitales, todo ello destruido por la iconoclasia reciente que ha habido porque molestaban en el siglo XX, pero todavía se ven esas escenas.

Para conocer la mentalidad de las clases nobiliarias recomiendo las pinturas de Alaiza, porque están expuestos de forma magistral los roles de género para esta clase social en esta época. Se ven también partos, escenas de rituales postparto.

Y para ver la represión sexual hay que ir a Estíbaliz. Es un proyecto que financian dos mujeres, Toda y María López que son madre e hija de la casa de Haro. Lo financiaron para que fuese un monasterio cluniacense. Entonces la iconografía está pensada para que la viesen los monjes, y los cuatro capiteles en el presbiterio de Estibaliz representan a la perfección la ideología y el rigorismo del siglo XI, que se expandió a través de la Orden de Cluny, que fue la principal difusora de estas ideas misóginas, represivas y que buscan el celibato de sus propias filas que hasta entonces tenían libertad de casarse o mantener relaciones sexuales.

En el libro dedico un resumen a esto y a las imágenes que utilizaban, desde imágenes que denuncian la simonía y el Nicolaísmo que son los dos pecados del clero de ese momento, es decir, dejarse seducir por el dinero de las personas laicas, y tener esposa. Aparece representado el pecado original al que convierten en un pecado de lujuria, que según lo entiendo yo y si lo analizamos de forma literal sería un pecado de soberbia por querer saber tanto como Dios, y además son las mujeres las que prueban el conocimiento. Podría haberse leído de una manera positiva. Y luego aparece la Virgen María como el consuelo para esos clérigos que se quedan solteros, que no pueden tener familia, y que les dicen que tienen que sublimar su deseo sexual hacia la figura de la Virgen.

Por lo tanto, creo que estos cuatro puntos, Armentia, Tobera, Alaiza y Estíbaliz son un recorrido estupendo.

Seguiremos entonces tu consejo, Isabel. ¿Ahora dinos qué te llevó a escribir este libro, y qué es lo que más o lo que menos has disfrutado de ello?

Ha sido un proceso muy duro, me coincidió con mi segundo embarazo, porque cada vez que me pongo a escribir un libro me quedo embarazada, espero que con el tercero no me pase. Tenía que terminar la Tesis, justo antes de parir en enero de 2023. Mientras estaba empezando a desarrollar esta investigación, porque llevaba tiempo hablándolo con la Editorial Crítica. He atravesado muchas enfermedades infantiles que me pegaban mis hijos, noches sin dormir, empezaba nuevos proyectos que requerían mucho tiempo mientras lo compaginaba con el libro. Ha sido un proceso bastante intenso y poco disfrutable. La parte que más he disfrutado es la parte del descubrimiento, cuando descubres algo, se atan dos ideas en la cabeza, entiendes el sentido que tienen ciertas cosas que eran una incógnita hasta ese momento, y toda cuadra, o lees algo que te entusiasma y dices esto me sirve porque esta persona está investigando esto y lo puedo aplicar a este caso… Son esos momentos que me enganchan con la investigación, y creo que cualquier persona que se dedique a la investigación le pasara lo mismo. La emoción del descubrimiento y sobre todo cuando se te desmonta todo, me encanta eso, y me encanta también desmontárselo a los demás. 

Aunque ahora estés inmersa en la presentación de tu libro, ¿estás rumiando algo más para tu próxima obra?

Sí, sí, pero lo llevo rumiando desde hace mucho tiempo, y no para la siguiente, si no para las próximas tres o cuatro. Son ideas que voy guardando así que sí, tengo material para muchísimo tiempo. Hace poco me decía una amiga periodista, pero guárdate titulares para próximos libros, guárdate información, por qué estás soltándolo todo. Y la verdad es que voy a contar todo lo que sé porque no me da miedo quedarme sin temas, hay muchísimo trabajo por hacer, está todo por repensar. Creo que con todas las disciplinas del conocimiento, porque tenemos unas bases que son del siglo XIX y las tenemos que replantear desde cero, porque son erróneas, nos han mentido y no han incluido, no sólo a las mujeres si no a la mayor parte de la humanidad. Y no puede ser que tengamos un conocimiento tan sesgado. Así que cuanta más gente esté investigando mucho mejor. Y ojalá que este libro u otro de los que he escrito haga que otros continúen investigando, porque necesitamos gente que siga trabajando para incluirnos a todo el mundo en la historia y en la historia del arte en este caso, y en todos los relatos.

Qué interesante… poder redescubrir nuestra propia Historia… ¡Muchas gracias, Isabel!, por haber estado con nosotros y por darnos la oportunidad de conocer tu nueva obra “El sexo en tiempos del Románico”.

¡Muchas gracias a vosotros!

Isabel Mellén nos ha mostrado que es una mujer de hoy, comprometida con todo lo que hace y lo que nos cuenta de nosotros mismos, con una energía inagotable, y que nos continuará sorprendiendo.

(c) Aicha Erin El-Khalil Iglesias, entrevista y texto; Isabel Mellén, foto

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