viernes, octubre 31, 2025
Fotografía

Habitar la fotografía

El visitante se estremece abordando los pasillos de paso al antiguo depósito de aguas de la ciudad (siempre es mágico acceder a uno de los bellos espacios que esconde el palacio de Montehermoso) se detiene en seco ante la primera imagen, que impacta como una bala en la conciencia. La estampa azota exhibiendo la consternación de las fronteras contra natura concebidas en el imaginario de los tiranos.

En cada edición del World Press Photo, el mundo se mira en su propio espejo y el cristal, resquebrajado, le devuelve una imagen brutal. La poesía, la belleza, la ternura, pero también el dolor y la dureza de aquello que nos sacude sin que podamos controlarlo, reflejados en cada imagen, nos recuerdan que ni el horror ni la esperanza conocen límites. Cada muestra nos dice que la fotografía registra el pulso de la humanidad, su respiración entre la luz y el desastre.

La exposición se recorre despacio; la pausa toma de la mano a la reflexión e invita a la auto crítica, consciente del campo de minas que implica nacer en el lugar equivocado. Desde Gaza hasta Sudán, desde las fronteras heladas del Norte de Europa hasta las sequías del altiplano andino, la vida se muestra confesándose, desnuda, suplicante de tregua, reclamando calma a través de las cámaras.

Las instantáneas gritan las contradicciones de nuestra era, la necesidad de cerrar heridas profundas y lacerantes, de pueblos que no se rinden y perseveran en abrazar el futuro desde el presente. Miradas que desafían la destrucción y el caos, que acusan la inacción de este apacible Occidente anestesiado que observa lacónico la brutalidad. Se abrazan ante la indiferencia, sabedores de que el amor también es una forma de resistencia.

Cada encuadre es un reclamo mudo, una reivindicación de respuesta a una ya dilatada espera: la lluvia que no llega, los alimentos que la crueldad regatea, la solidaridad internacional titubeante frente a la barbarie.

El paisaje humano del último año parece fragmentado, febril, agonizante, arrastrando guerras que se eternizan, crisis climáticas negadas para ser multiplicadas. Se asesina a quienes proyectan este grito que los autócratas pretenden ahogado, aquellos que destruyen los objetivos y capturas, porque podrían despertar el discernimiento necesario para actuar en conciencia. Cortan las manos de valientes que se resisten a integrar lo que parece ser una amnesia colectiva.

Los retratos nos inducen a parar, reconocer, sentir y asumir el dolor global como propio. Son expresiones de pura dignidad e inmensa belleza, envolventes; son ellos quienes nos observan, reactivando conceptos casi relegados al olvido, tales como cooperación, comunidad y reconciliación global apremiante e inexcusable.

Como en la Fiesta de Difuntos que recordamos en estos días, la vida transforma la muerte, recordándonos que forma parte del ciclo, en una celebración de los vivos, dignificándola. Cada fotografía contiene una verdad social y una vibración poética, como apuntó el jurado responsable de elegir a las participantes de esta contundente selección.

Fusionan lo íntimo con lo político, tendiendo puentes donde otros levantan muros. El World Press Photo muda nuestra visión en cada cita, visibilizando un mundo mutilado, pero que aún respira, late y enfrenta. Cada obturador que se abre es una afirmación de la existencia frente al olvido. Sentir nos hace responsables y partícipes. Porque la fotografía, como la poesía, se habita.

(c) Beatriz Rey, texto e imágenes

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