Poesía femenina: Cita con la poesía y El poder de la palabra
Cita con la Poesía
Pequeño resumen en vídeo de Cita con la Poesía del mes de marzo que tuvo como invitadas a las poetas Neus Aguado (Cataluña), Tere Irastortza (Euskadi) e Isabel Marina (Asturias), y que se llevó a cabo en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa el 21 de marzo de 2025, Día Mundial de la Poesía.
Tras la finalización de la jornada de Cita con la Poesía de Marzo en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa, CulturaBAI entrevistó a las poetas Tere Irastortza, Neus Aguado e Isabel Marina. Una entrevista realizada por Jorge Girbau Bustos, donde hablamos con ellas en profundidad.
(c) Jorge Girbau Bustos, entrevista; LuisÁn Ortiz, grabación, edición y montaje
El poder de la palabra. ¿Y tú quién eres, mujer poeta?

Tres grandes damas, Ángela Serna, Ania Otaola y Celia Bsoul agitaron conciencias el pasado 12 de marzo, en un potentísimo recital, “El poder de la palabra”, acogido por el museo Artium, con la poesía como principio y fin.
La poesía os hace mucho más que libres, mujeres poetas. Escribid, en conciencia y en caos. Erguíos y haceos árbol. Enseñadnos el camino, desempolvad las huellas, guiad con tintas irreverentes un manual de supervivencia. Gritad para salir de las sombras y mostrarnos cómo abrazar la luz. Escribid para ser, para saltar al otro lado del miedo, de la negación y de la trampa mortal de lo conveniente. Alzad la voz para respirar, cantad para canalizar la rabia y los silencios que ahogan. Revolucionad los actos con palabras, azotad la inquina, despreciad con orgullo la necedad del miedo disfrazado de lo apropiado. Apartad protocolos con delicada soberbia, sortead malas voluntades y levad la mirada insolente que despedace los mimbres en los que nunca nos reconocimos. Desenredad las madejas, desatad la lengua y deslumbrad las vilezas hasta cegarlas, apagad implacables su sinrazón de ser. Salvaos, salvadnos, mujeres poetas.
Perder, ser perdonadas, callar, no, eso, nunca. Reconstruir, sanar, honrar la sororidad, sí, eso, siempre.
Osad tejer poemas infinitos que nos impidan morir de frío, danzando al calor del verso, avivando las llamas de aquellas que se reconocen sin tabúes. Benditas las que rompisteis hilos invisibles y defendisteis soledades necesarias, “en un instante de avaricia” En un poema no importa nada de todo eso que se reclama fuera: se puede ser impía, mudar de piel y volar sin lastres. Porque fuera no hay “nadie que pueda alimentar este anhelo”, nadie que acate que “estamos hambrientas y vamos a pedir todos los platos del menú”, sin sugerir siquiera permiso. Vamos a descoser estas composturas que ya no casan, estos atavíos que pesan y reniegan de raíces incómodas, de verdades irritantes que escuecen en pieles demasiado finas, poco acostumbradas a ser opacadas. Tengamos nuestros propios ecos, nuestra propia realidad, más o menos justa, nuestra propia justicia, más o menos poética. La palabra como dardo, como latido, como calmante. Poesía como religión, como tabla de salvamento, como imposible hecho materia, hecho palabra, más desnuda que otra cosa.

“Dijo que no, y el tiempo oyó el silencio, la vida hizo una pausa y todo fue distinto. Los pájaros callaron esa tarde y entonces, solo entonces, escuchó a su corazón ladrando (…) y no supo que hacer con tanta desmesura”. Fue ahí cuando la poeta desveló su escudo, desenmascaró la mentira y a los caballeros mansos de lo oportuno. Quiso ser ideal, “parir una jaula”, pero no. “Yo no soy la mujer que te espera, yo no soy la mujer que te va a echar de menos, yo no sirvo, yo no soy la mujer que has de querer, yo no soy la mujer que termina los poemas”. “Perdió el precio”, conquistando su valor.
Fueron mucho más que tres aquella tarde. Isla Correyero, Rosa Berbel, Anne Sexton, Susana Thénon, Ellen Bass, Guadalupe Grande, Clarice Lispector, Leire Bilbao y Gloria Fuertes, entre otras, resonaron en una tarde mágica, conquistando con su fuerza y frescura incluso a los más escépticos.
Poetas, gracias.
(c) Beatriz Rey, texto; “Txusmi” Saez, fotografía; cartel cedido por los organizadores