domingo, octubre 26, 2025
Tras la huella vasca

Tras la huella vasca: Viajamos en el tiempo a Islandia. Es el año 1615

Sigue oliendo a vacaciones en el ambiente aunque sea a finales de agosto.

Las noticias en los telediarios nos siguen trasladando a los aeropuertos, a las estaciones de tren, de autobuses, donde la gente se agolpa con las maletas como si fueran una prolongación de sí mismos con el fin de alcanzar esa isla, país o pueblo remoto donde descansar y recargar pilas.

Entre todo ese bullicio, me encuentro yo, aunque por ahora, mi destino no es vacacional.

Sigo la pista, una vez más, de las huellas que los vascos van dejando por los diferentes lugares del planeta, enriqueciendo las culturas de los países visitados.

Para terminar el verano, he querido hacerlo de otra manera. He visitado todas estas estaciones, pero esta vez sin maletas, simplemente para envolverme en el ambiente viajero y explorador que desde siempre ha conquistado el mundo de quién deja su tierra para conocer otros destinos.

En esta ocasión el viaje es a través del tiempo. Nos trasladamos a Islandia, al año 1615.

Un poco de historia

Durante los siglos XVI y XVII, los mares del Atlántico Norte eran lugares de caza. Los balleneros vascos regresaban cada verano a Islandia y Terranova buscando grasa, carne y fortuna. Para los pescadores de Bermeo, Pasaia o Lekeitio, las costas islandesas eran conocidas, aunque lejanas.

En el año 1615, tres barcos vascos encallaron en los fiordos islandeses después de una fuerte tormenta. Los supervivientes, sin provisiones ni forma de regresar, intentaron buscar ayuda entre los habitantes locales. Sin embargo, lo que esperaban como hospitalidad, se convirtió en una odisea y un final cruel e injusto.

Islandia en esa época era pobre, rural y aislada. Sus recursos eran limitados y vivían bajo una rígida estructura feudal. La llegada de extranjeros era vista con recelo y miedo, sobre todo en tiempos de escasez.

El poder de un hombre

El magistrado local, Ari Magnússon, alegando que los vascos habían robado comida y animales -acusaciones nunca probadas-, se valió de una ley medieval obsoleta que permitía matar a extranjeros si representaban una amenaza. Con esa base, organizó una cacería humana.

Entre octubre y noviembre de 1615, treinta y dos marineros vascos fueron asesinados, algunos mientras dormían, otros intentando huir. Fue la única matanza en masa registrada en la historia de Islandia.

La memoria silenciosa

Durante siglos, el episodio quedó enterrado en el olvido, apenas mencionado en crónicas locales. No hubo castigos ni compensaciones. La historia, para Islandia, era incómoda; para los vascos, desconocida.

En 2015, al cumplirse 400 años de la masacre, las autoridades islandesas reconocieron oficialmente el crimen. En un acto simbólico en los fiordos, el distrito de Westfjords pidió disculpas al País Vasco. Se colocaron placas conmemorativas y se celebraron actos de reconciliación.

Después de cuatro siglos, se daba voz a cada uno de los 32 marineros que simplemente estaban haciendo su trabajo sin ninguna otra pretensión.

Acto de recuerdo en 2015: una fotografía tomada durante la
ceremonia que conmemora los 400 años de la masacre, con
autoridades islandesas y vascas presentes en los Fiordos
Occidentales.

Los estragos del miedo

La matanza de los balleneros vascos en Islandia no es solo una nota al pie en la historia del norte. Es una advertencia para todo el mundo sobre lo que ocurre cuando el miedo, la escasez y la diferencia se combinan en tiempos inciertos y convulsos. Los hombres asesinados no eran invasores, sino náufragos.

A día de hoy, cada vez que los barcos vuelven a surcar mares en busca de refugio y los exiliados se convierten en amenaza para algunos, esta historia cobra otra vez relevancia y nos muestra la importancia de ver al otro más allá de lo que a simple vista pueda parecer.

Traer a la memoria hechos como este, nos recuerda como la historia nos habla con los ecos de lo que fue, resonando en nuestros sentidos, para que no se vuelva a repetir.

Ilustración de la época que representa la presencia de balleneros
vascos en los fiordos del oeste de Islandia.

Baskavígin, la matanza de los balleneros vascos

Y si te has quedado con ganas de saber más sobre este suceso, te invito a ver el documental histórico del bilbaíno Aitor Aspe.

La ópera prima de Aspe es un documental histórico realizado por la productora Old Port Films.

Este documental recupera los hechos con voces de historiadores, descendientes y representantes culturales.

Este documento audiovisual ofrece una oportunidad tanto de denuncia ante hechos que jamás tuvieron que ocurrir, como también de recordatorio y memoria hacia unos acontecimientos que, por una razón u otra, fueron borrados del relato histórico.

Las omisiones y ocultaciones sobre el pasado de nuestros antepasados vascos plagan de injusticia no solo la memoria colectiva de Euskadi, sino también la del conjunto de España.

El documental otorga una visión muy clara y precisa de lo que ocurrió y el porqué y ofrece testimonios que dan luz a este trágico suceso. No te lo puedes perder, es un regalo para todos nosotros y un bonito homenaje para los 32 balleneros vascos.

Muy feliz final del verano para todos, en casa, en la playa, en la montaña o donde sea. Lo importante es descansar, disfrutar y sobre todo… con maletas o sin maletas ..NO TE OLVIDES DE TI..

(c) Rosa Lafuente, texto e imágenes

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