Tras la huella vasca: Comenzamos el nuevo curso escolar en “Act Studio”
El ambiente se tiñe de ese olor inconfundible de los libros de texto abiertos por primera vez. Ese aroma tan característico me trae recuerdos de un pasado donde la aventura comenzaba yendo a recoger los libros del nuevo curso, hojeándolos con curiosidad y forrándolos con sumo cuidado, como si de un tesoro se tratase.
Esa sensación de novedad ante el comienzo del curso escolar se entremezclaba con la nostalgia del verano que se despedía sin remedio.
Hoy mis maletas son una mochila donde guardo un cuaderno y un bolígrafo para tomar notas, y una grabadora para que nada se me escape. No necesito más. El recorrido que voy a hacer no me lleva más de cuarenta minutos desde mi casa andando.
El destino es una escuela, sí, una escuela de mi ciudad, Vitoria-Gasteiz, donde el protagonista de esta nueva historia de “Tras la huella vasca”, Adrián Santos, nos acompaña en un recorrido por su vida: desde sus comienzos en Inglaterra hasta su regreso a Vitoria, donde ha creado junto con su compañera de viaje, Elena, la primera escuela de cine de la ciudad: Act Studio.

ROSA: Buenos días, Adrián, y muchas gracias por abrirme las puertas de tu escuela, Act Studio.
ADRIÁN: Hola Rosa, muchas gracias a ti por venir.
ROSA: ¿A qué huelen los libros de tu escuela? (emociones asociadas a este nuevo proyecto)
ADRIÁN: Los libros de Act Studio huelen a papel recién impreso, a tinta y a energía creativa, con una mezcla de frescura y autenticidad profesional.
ROSA: Retrocedamos en el tiempo hasta una fecha concreta: el 5 de mayo de 1987, el día en que naciste. ¿Quién era Adrián y cómo comenzó su aventura más allá de nuestras fronteras?
ADRIÁN: Bueno, Adrián era un bebé rellenito, con cresta. Su aventura comenzó poco después de cumplir un año, cuando junto a sus padres voló por primera vez en dirección al Reino Unido.
ROSA: Cuéntanos los motivos del traslado y las experiencias que viviste.
ADRIÁN: Mis padres decidieron irse a vivir al extranjero para darle un nuevo comienzo a nuestras vidas. Dudaban entre Australia e Inglaterra, pero mi abuelo paterno vivía en Londres y creo que ese fue el factor que los llevó a decidirse por esa ciudad.
ROSA: ¿Qué huella fue la más profunda en tu vida en Londres, tanto a nivel personal como profesional?
ADRIÁN: Pues creo que la educación escolar. En casa seguíamos las costumbres de aquí, pero en el colegio aprendí el valor de la disciplina y la creatividad. En Inglaterra el teatro es una asignatura regular, como música o artes plásticas. Para alguien inquieto y creativo, es el paraíso. Desde pequeño tuve claro que quería dedicarme a esto.
Mi primer papel lo conseguí llorando [ríe]. Fue en 1º de primaria, tenía cinco años. Estaban eligiendo a los ayudantes de Santa Claus para la obra de Navidad. Había dos niños llorando: yo, porque no me habían escogido, y otro porque no quería salir en la obra. Una profesora nos cambió los papeles y ambos conseguimos lo que queríamos.
ROSA: ¿Qué personas te influyeron más en esa época?
ADRIÁN: Mis padres. Siempre han sido valientes, fuertes e inteligentes. Mi madre no hablaba inglés al llegar, y aprendió yendo conmigo en el carrito a hacer recados sola. Mi padre, que se crió en Londres, compartía conmigo muchas actividades: íbamos al cine, a la pista de hielo o al SEGA Planet, y entrenábamos juntos artes marciales. Ellos fueron quienes más me influyeron y apoyaron, entonces y siempre.
ROSA: Comparando ambas culturas, la inglesa y la española, ¿qué podrían aprender una de la otra?
ADRIÁN: La española debería aprender de la inglesa la puntualidad y la eficacia en la gestión de los servicios públicos, especialmente en salud y educación.
Y la inglesa podría aprender de la española a disfrutar más de la vida, a relajarse un poco. En Inglaterra no ves a niños jugando por la noche en verano mientras sus padres charlan en un banco. Esa alegría es algo muy nuestro.
ROSA: Una vez regresaste a Vitoria, ¿cómo la sentiste después de tanto tiempo?
ADRIÁN: Como me fui con poco más de un año, no tengo recuerdos con los que comparar, pero siempre veníamos de vacaciones. Vitoria nunca fue un lugar desconocido para mí.
ROSA: ¿Cómo se unieron todas esas experiencias para acabar aquí, un 15 de septiembre de 2025, en Act Studio?
ADRIÁN: ¿Casualidad? [ríe]. No lo sé. Siempre tuve clara mi vocación, y creo que, de forma indirecta, estamos aquí porque busco devolverle a mi oficio todo lo que me ha dado y espero que me siga dando.
ROSA: ¿Quiénes te acompañan en esta nueva aventura?
ADRIÁN: Act Studio lo hemos fundado Elena (mi pareja) y yo, pero no lo habríamos logrado solos. Nos han ayudado muchas personas, como Jorge y Fede, de la asociación SECOT, formada por empresarios jubilados que ayudan a emprendedores. Nos han asesorado desde el principio y lo siguen haciendo, de forma totalmente altruista.
Además, en el equipo están Zuriñe y María —ella directora de cine, como Elena—, formando un grupo equilibrado. También contamos con muchos amigos del sector que colaboran con nosotros.
ROSA: ¿Qué es Act Studio más allá de una escuela de cine? ¿Qué representa para ti?
ADRIÁN: Act Studio nació con la misión de crear una comunidad de cine en Vitoria. Poco a poco vimos la necesidad de un espacio así y decidimos dar el paso. Para mí representa mi forma de contribuir al crecimiento de la industria audiovisual en Álava.
ROSA: ¿Cuál es la oferta formativa que ofrecéis?
ADRIÁN: Puedes verla aquí: linktr.ee/actstudiovitoria
ROSA: ¿Por qué debería formarme en vuestra escuela y no en otras?
ADRIÁN: Porque somos profesionales en activo. Compaginamos la docencia con rodajes, así que todo lo que enseñamos proviene de la práctica real. Nuestra metodología está actualizada a la industria, y la iremos adaptando a medida que esta evolucione.
ROSA: Y por último, en una frase, ¿cuál dirías que es tu aportación a esa “huella vasca” que traes contigo tras vivir fuera?
ADRIÁN: Mantener viva la conexión vasca desde lo personal, no solo desde lo cultural. Esa es mi esencia.
ROSA: Muchísimas gracias por la entrevista, por tu amabilidad y por abrirnos las puertas de tu vida y de este nuevo proyecto. Mucha suerte, Adrián.
ADRIÁN: Gracias a ti, Rosa. El placer es mío.


(c) Rosa Lafuente, texto, entrevista y fotografias
