viernes, marzo 28, 2025
Arte

Kandinsky, el padre del color, las formas y el arte abstracto

Para hacer un breve recorrido de lo que comentaremos a continuación, en el año 2005 decidí enfocar mis estudios hacia las bellas artes, mala decisión, pues lo mío eran las consideradas, muy a mi pesar, “artes menores” o artes plásticas: la ilustración y el diseño.

Tras abandonar la carrera para enfocarme en lo que verdaderamente quería, me dediqué a dibujar, a aprender las herramientas digitales que nos proporcionaban por aquel entonces, en la escuela de artes.

A pesar del desconocimiento de muchos, en la ID Arte, se imparten enseñanzas artísticas de manera totalmente reglada con titulaciones oficiales. Aquí puedo decir que encontré mi lugar y me formé de manera profesional en lo que verdaderamente quería, ser ilustradora editorial.

Pero, y como no es oro todo lo que reluce, los dos años de carrera en Bellas Artes, para mí fueron como bajar al infierno. Tras estudiar Bachillerato en el colegio de toda la vida, encontrarme en un campus enorme rodeada de fríos compañeros universitarios y una facultad enorme, fue francamente devastador.

La carrera en sí no era un problema, pero la realidad bajo mi punto de vista es que dependiendo del criterio de cada profesor, tu calificación parecía variar de un cero a un notable. Es real, así me pasó.

Agradezco infinitamente al profesor que me suspendió primero de pintura, pues gracias a él no solo saqué notaza en su asignatura con el ya fallecido Luis Badosa, si no que también repetí la función en pintura de segundo con Santiago Ortega.

Para situaros, pasé de tener ceros en mis cuadros a tener ochos y nueves. Y todo dependía del criterio del profesor. Al tratarse de un sistema de calificación comparable a la ruleta rusa, me di cuenta que mi carrera completa no podía depender de la opinión de algunos, es por eso que decidí abandonar, muy a mi pesar, y dedicarme al diseño.

Como menciono anteriormente, Santi Ortega fue mi profesor de pintura en segundo curso. Puedo decir que gracias a él, entendí la manera de gestionar el color, los volúmenes, usar las sombras de manera correcta y entender que no todo está bien o mal según el criterio de un docente.

En uno de los múltiples ejercicios que hicimos utilizando los pinceles y la pintura al óleo como máximos aliados, tuvimos que escoger la obra de dos artistas que significaran mucho para nosotros, bien como referentes creativos o bien como inspiración para nuestra obra. Yo elegí a dos: Giorgio de Chirico, con sus estructuras interesantes y padre italiano de la pintura metafísica y a Vasili Kandinsky. Otro día quizás os hable del primero, pero hoy centraré mi atención en el segundo.

Si repasamos la evolución de Kandinsky como pintor, poco tiene que ver su obra desde los inicios del artista a la obra de los últimos años, cargada de color, formas geométricas y líneas.

Profesor de la Escuela de la Bauhaus de arte y arquitectura desde 1922 hasta 1933, año en que los nazis clausuraron dicha escuela, mucha de su obra se perdió con el paso de los años ya que para los nazis era considerada como “degenerada”.

Sea cual fuese su evolución histórica, Kandinsky ha llegado a nuestros días con una paleta repleta de colores, sus formas han inspirado a muchos artistas, y mi homenaje es una prueba de ello.

Mi obra “Homenaje a”, podría ser la síntesis, el resumen, la paleta de colores que Kandinsky utilizó en su Composición VII. De hecho, si comparamos ambas obras hay claros símiles, no solo en la paleta de colores si no también en las formas. Para Kandinsky, esta fue la obra más compleja que pintó a lo largo de todo su recorrido artístico, y a mi, que como veis también me encanta complicarme la vida, inspirarme en esta obra fue todo un reto.

A día de hoy, mi homenaje cuelga en la pared de mi estudio, de mi lugar de creación, de mi mesa inspiradora. El lugar donde nacen las ideas es aquí, y si a veces la musa no me pilla trabajando, basta con mirar mi cuadro, ese que pinté en segundo curso de Bellas Artes, para ver que un día pinté cosas bonitas.

A día de hoy sigo pintando y creando, jamás dejaré de hacerlo.

Apoyemos siempre el arte de los artistas locales de nuestra ciudad. Vitoria es un foco cultural súper potente y cargadito de saber y buen hacer.

(c) Raquel Aguilar Díaz, texto y fotos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *