Querida Laura
Querida Laura: se me hace raro, es la primera carta que te escribo desde la otra orilla… Tú ya has navegado el río y estás en la orilla por la que se preguntaba Ernestina
¿Qué será ver de nuevo
y caminar seguro
por todas las fronteras? …
¡Y lanzarse por fin
a todos los paisajes¡ …
¡Lanzarse, Laura!… Tú ya estás lanzada, valiente hacia el paisaje supremo.
Ahora, como en una película, pasan por mi mente ¡tantos momentos juntas!…
Nuestras escaleras de Manuel Iradier, nuestros parlamentos en ellas. Yo vivía justo encima de ti y, aunque era varios años mayor que tú, compartíamos poemas, algunos los hacíamos al alimón, estrofa tú, estrofa yo.
Uno de nuestros refugios era “La Cafetería Senda” con aquellos “cadáveres exquisitos” que nos divertían tanto, por lo caóticos, o los poemas sujetos a palabras que alguno del grupo sugería y, que “sí o sí”, tenían que aparecer, palabras tan escatológicas que no había por dónde cogerlas… Pero nosotras casi siempre salíamos airosas.
O recitando en el Nacimiento de la Florida, aquella Navidad de 1972 con nuestra inolvidable Pilar Aróstegui, el guión que ella había preparado. Lo hicimos al aire libre de las 12 de la mañana del 25 de Diciembre en Vitoria y ¡cuánta gente nos escuchó!, estábamos asombrados, ¡con el frío que hacía!. Por suerte también el sol vino a la cita.
Muchas veces comentábamos – ¿Te acuerdas Laura?-, dónde encontraríamos a alguien que nos enseñara el arte de la recitación; y al final siempre terminábamos aprendiendo de nosotras mismas.
Otro recuerdo imborrable fue el recital en homenaje a Antonio Machado en 1976, en la sala Luis de Ajuria, que en aquella época estaba en General Álava.
Empezábamos el recital formando una encina. Fue un recital teatralizado y utilizamos piezas de Juan Manuel Serrat que había musicalizado a Machado. Para nosotros resultaba novedosa esta forma de recitar y fue un éxito. Varios de los componentes están ahí contigo, Laura.
No puedo dejar de recordar las Citas con la Poesía allí por la primera década del 2000 y, cómo no, en 2013 la primera presentación de “Mujeres ataviadas para el verso” en que Ángela Serna nos cameló para que, vestidas al uso, nos metiéramos en la piel, tú de Jorge Manrique, Ángela Serna de Quevedo, Pilar Corcuera de José de Espronceda, y la que suscribe de Félix María de Samaniego. ¡Qué experiencia!, fue “cuasi religiosa”.
Tengo muchos más recuerdos pero, tantos años, más de cuarenta, de recitales juntas por bibliotecas, colegios, iglesias, 10 años en los Jardines de Santa Catalina de Badaya con el guión que tú escribiste a la medida del lugar o el que también era obra tuya, para Santa Cruz de Campezo conmemorando, creo que eran los 750 años de la concesión de su Fuero, no pueden condensarse en una hoja de papel. Si todos los poetas a los que hemos recitado han salido buscarte ¡menuda juerga poética vais a montar!.
Laura, tú, que eras mucho más trabajadora que yo, comenzaste a engendrar poemarios, cito a continuación algunos de ellos: Varios premios juveniles, Poemas de amor y de Ciudad (Premio Vitoria-Gasteiz 1986), Condena de Silencio (Premio Lasarte-Oria 1989), Entre dos sorbos (Premio Ernestina de Champourcin, 1991), Hoja de Encina de Poesía Breve (1993), incluida en la VII selección de Voces Nuevas de Torremozas, etc.
También engendraste seis preciosos hijos con los que, junto a Félix, conformasteis una maravillosa familia que fue la niña de tus ojos; mira si es así que la antepusiste a la poesía aunque, claro, a ésta nunca la pudiste abandonar porque era la segunda niña. No me resisto a recordar unos fragmentos del poema que te dediqué cuando estaba naciendo, creo que fue tu sexto hijo:
Lunes cinco de la tarde
y tú luciendo…
lunes radiante
y tú doliendo…
Nana en el alma,
cuna en la oquedad de tu seno,
fuego en tu entraña,
dulzura redonda en el pecho
para amamantar al alba.
Laura, hacía una larga temporada que venías repitiendo con insistencia:
-Tengo ganas de jubilarme y ser una ¡“maruja con mesa camilla”!-
Yo no sé si ahí habrás encontrado la mesa pero, si necesitas que te echemos un cable no tienes más que pedirlo, aquí con los drones y la inteligencia artificial lo tenemos fácil para hacértela llegar…
¡Ay querida amiga! ya sabes que te queremos y que te llevamos en el corazón. Termino esta misiva con uno de tus poemas
Pongamos que es Septiembre
y que soy libre.
Pongamos que aún no se ajaron
ni en el jardín las flores
ni en mi rostro los ojos.
Pongamos que los días aún son transparentes
que el cielo es claro y alto
que el sol va calentando
y todavía la lluvia no ha llegado.
Pongamos que los árboles se pintan de colores,
que el otoño se acerca de puntillas
que me espera el amor
y tengo el corazón envuelto en seda
y la piel tersa y limpia.
Pongamos que aún no tengo
el alma dolorida,
ni los huesos cansados,
ni me falta la vista.
Pongamos que me queda ilusión,
que seguiré siendo rebelde
y tejeré palabras y sonrisas.
Pongamos que es un día cualquiera
en un año cualquiera y estoy viva.
Y te vuelve a repetir que ¡¡te queremos!! tu amiga
La Carmela
(c) Camen Vicente Zamora, texto; María José Marinas Camarma, fotografía