jueves, enero 23, 2025
Humanidades

Señor Baxter, supongo…

«Por la esquina del viejo barrio lo vi pasar, con el tumbaó que tienen los guapos al caminar. Las manos siempre en los bolsillos de su gabán, pa que no sepan en cuál de ellas lleva el puñal. Usa un sombrero de ala ancha de medio lao y zapatillas por si hay problema salir volaó. Lentes oscuros pa que no sepan qué está mirando y un diente de oro que cuando ríe se ve brillando…»

Al igual que canta Ruben Blades a su Pedro Navaja, Kepa Murua (Zarauz, Guipuzcoa, 1962) aparece por la esquina del escenario, en la Casa de la Cultura de Vitoria-Gasteiz, con las manos en los bolsillos de su chaqueta, con el tumbáo de los guapos al caminar y con el sombrero de ala ancha; aunque, eso sí, con las lentes claras, sin el diente de oro, con zapatos relucientes en lugar de zapatillas y, esperemos, también sin puñal en el bolsillo, aunque la novela que presenta es tirando a negra y puede ocurrir cualquier cosa.

Murua, prolífico en obras y cultivador de diversos géneros literarios es, probablemente, más conocido por su obra poética, pese a completarla también con nueve libros de ensayo y con otros tantos de narrativa, a la que vuelve ahora tres años después, con su última publicación: Señor Baxter, unas líneas (2024, Editorial Verbun). El autor desgrana solemne, acaso con excesiva seriedad, en la presentación conducida por el también escritor Francisco Taboada, la sinopsis de su novela jugando al despiste y sin desvelar demasiado, porque es que no se puede decir más. Si queremos enterarnos de su trama y desarrollo, deberemos comprarla y asegurarnos con su lectura que el señor Osorio, filósofo y escritor frustrado con poca imaginación, pero abundante tiempo para reflexionar, y el propio señor Baxter, hombre cultivado, elegante y correcto rodeado de misterios e intrigas, van empatizando en una historia donde, tras una aparente calma ante la que parece no pasar nada, Osorio acabará enfrascado en un lío propio de una película de mafiosos.

Kepa Murua nos deleita con su habitual elegancia prosística, dibujando trazos de calidad con un tiralíneas bien manejado para conducirnos, como buen delineante de las letras que es, por un relato diferente, entre lo policiaco y lo casual, que se palpa en plena consonancia desde el propio título, hasta la última página, cavilando ante el destino, el pasado el presente y el futuro de la propia historia. La obra, una parodia sería (como él mismo la define), crítica y dominada por un ritmo lento que se desboca en los últimos capítulos, se basa en los vacíos para contar algo desde el silencio de los personajes. Sus diálogos reiterativos en ocasiones y enmarañados con frecuencia, a posta, dentro de los párrafos, dejan una lectura reposada en donde se dice mucho con muy poco. Los detalles abundan por el relato: la banda de octogenarios atracadores, el guiño a otro de sus personajes de novelas anteriores como Lavas Remi, la critica de fondo hacia esa novela clásica policiaca estereotipada, repeticiones casi jazzísticas situadas de manera bien medida…

«Aceptaría que me invitaran a cualquier festival de novela negra», lanza al final de la charla a modo de indicación. Oído cocina. ¿Acaso es un guiño para nuestro querido Vitoria-NeGrasteiz?. Lo sabremos en octubre del próximo año.

Esto huele a noir y apetece mucho…

Entrevista en audio a Kepa Murua

(c) “Txusmi” Sáez, texto; Jorge Girbau Bustos, entrevista y fotos

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