jueves, diciembre 5, 2024
Humanidades

Trataba de descifrar los títulos que se escondían tras el cristal…

Hace un par de días, mientras hacía recados por las calles de mi preciosa Vitoria-Gasteiz, vi a lo lejos un puesto de intercambio de libros con la forma de una pequeña casa anclada en un poste, llena de ejemplares para todas las edades y de diferentes temáticas.

El pasado 24 de octubre, coincidiendo con el Día Internacional de las Bibliotecas, nuestra ciudad estrenó esta caseta de intercambio de libros en la plaza Santa Bárbara. Este pequeño refugio de historias ha sido diseñado por el Rotary Club de Vitoria, colaborador del proyecto, con Gonzalo Ibarrondo como director. En el Rotary Club, apoyan esta iniciativa porque ven el intercambio como una forma de promover el amor por la lectura, compartir libros y crear un sentido de comunidad entre los amantes de la literatura.

Aunque tenía que hacer gestiones por la zona, mis piernas, ajenas a las directrices de seguir recto que mi mente les ordenaba, caminaron desobedientes hacia la caseta. Mi mirada se aferraba, casi sin pestañear, a esos lomos de colores, haciendo que mi cabeza girase ligeramente, como si de repente me creyera un búho. Trataba de descifrar los títulos que se escondían tras el cristal de aquella caseta de techo a dos aguas, pero no lograba distinguirlos.

Mi mente, que insistía en seguir andando recto, finalmente cedió y me permitió un pequeño lapso de tiempo para disfrutar del regocijo que da estar rodeada de libros. Y es que, en el fondo, ella también deseaba encontrar una nueva historia que transformar en imágenes de personajes, lugares y sentimientos solo para mí. Podía permitirme el lujo de retrasarme cinco minutos, ¿por qué no?.

Esta caseta de intercambio ofrece libros facilitados por el servicio de Cultura del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz. La única condición es devolver el libro una vez leído. La concejala de Cultura y Educación, Sonia Díaz de Corcuera, ha declarado que el intercambio de libros es una gran herramienta para hacer que la lectura sea accesible a toda la ciudadanía.

Tras acariciar con mis finos dedos los cantos de madera de la caseta, abrí la puertecita que me separaba de mi tesoro y el olor a libro, a biblioteca, a literatura, a sabiduría, a magia… me invadió por completo. ¡Qué gran placer! Como buena lectora, leí las sinopsis de los libros que llamaron mi atención para ver cuál era la historia que lograría convencerme para acogerlo en mi casa durante, como mucho, una semana; tiempo en el que probablemente devoraría sus páginas, si no menos.

Me decanté por un libro poco conocido que, sin embargo, me atrapó de inmediato. Pero solo había completado una parte del trueque. Ahora me tocaba a mí. Por suerte, siempre llevo, además de mi lectura actual, un ejemplar de mi primera novela en la mochila. Saqué el libro y, tras desearle suerte, lo dejé en el refugio de las mil historias. Porque esta pequeña caseta de madera, a partir de ahora, será la encargada de dar cobijo a los muchos libros que nosotros, los lectores, depositaremos con todo el cariño del mundo, haciendo que la lectura llegue a rincones donde nunca antes había llegado.

Y me marché, retomando mis asuntos pendientes, con una nueva historia por descubrir y pensando qué sería de la novela que dejaba atrás. Pensando en quién sería la persona que la acogería en su casa. Pensando en qué libro dejaría a cambio del mío. Pensando en lo curioso que podía ser que, a partir de entonces, todos los lectores de nuestra ciudad estaremos conectados por los cientos de ejemplares que acogerá bajo su techo nuestra nueva caseta de intercambio de libros de la plaza Santa Bárbara.

(c) Tania Lagunilla, texto; Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, fotos

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