domingo, marzo 9, 2025
Sexología y relaciones humanas

Marzo se viste de morado desde 1911

El terrible incendio de la neoyorquina fábrica textil Triangle Shirtwaist que el 25 de marzo de 1911 acabó con la vida de 123 mujeres y 23 hombres, sirvió no solo para conmocionar al país, sino para avanzar en la regulación de la seguridad laboral, la igualdad salarial y el reconocimiento de los derechos de la mujer.

Si bien es cierto que desde unos años antes las trabajadoras de las fábricas textiles reivindicaban reducción de la jornada laboral y mejoras tanto en los salarios como en la seguridad, no fue hasta la tragedia del edificio Asch en el Greenwich Village, que comenzaron a visibilizarse las misérrimas condiciones laborales en las que se encontraban.

La tragedia de la fábrica textil y las posteriores reivindicaciones supusieron importantes cambios legislativos en las normas de seguridad y salud laboral, además de la creación del sindicato International Ladies’ Garment Workers’ Union que lucharía por la mejora de las condiciones laborales de aquellos momentos.

Más de diez décadas después y aunque, principalmente en occidente, las condiciones laborales han mejorado notablemente, aún seguimos anhelando la desaparición de las desigualdades en el planeta.

Creo que coincidimos en entender que la desigualdad es una gran lacra en la sociedad actual ya que no respeta la naturaleza de la persona, impide el desarrollo armonioso tanto del individuo como del grupo y limita las libertades y los derechos humanos. Lo que, en consecuencia, aumenta el nivel de agresividad.

Si buscamos la igualdad necesitamos acabar con las imposiciones, las censuras o los vetos. Pretender solucionar un conflicto por la fuerza, crea otros conflictos mayores. Recordemos que toda imposición es violencia porque coarta la libertad de la otra persona, y que la mejor manera de alcanzar el equilibrio y la paz social viene a través del diálogo, la cooperación y el respeto mutuo.

Ahora bien, que haya un cierto consenso en entender qué es la desigualdad y cuáles sus contrapartidas, no significa necesariamente que tengamos claro el concepto de Igualdad. En mi opinión, el nihilismo ha calado tan hondo en el discurso social, que valores universales como Igualdad, Solidaridad o Libertad se están convirtiendo, en muchos casos, en una serie de eslóganes vacíos que repetimos sin cesar porque los oímos en los medios, sin reflexionar mínimamente sobre ellos.

Ahora más que nunca necesitamos cuestionar lo que nos dicen, e incluso aquello en lo que creemos, para que -como decía el filósofo argentino José Pablo Feinmann- podamos ser capaces de pensar en vez de “ser pensados”.

Sea como fuere, igualdad no es lo mismo que igualar. Todos los seres humanos somos diferentes, por lo que es imprescindible respetar la libertad individual, la diversidad, las distintas perspectivas… No existe una única manera de percibir las cosas, de solucionar los problemas, de crear las relaciones. Cada persona actúa, piensa y siente de diferente manera.

El pensamiento único nos anula, nos convierte en clones hechos y pensados por otros, lo que acaba con la diversidad, el pensamiento crítico y la autonomía. Nadie ajeno al individuo puede determinar lo que es conveniente para él. Eso viola los principios de igualdad y de justicia. No niego que la diversidad haga más difícil la posibilidad de encontrar un acuerdo que satisfaga a todas las partes implicadas, sin embargo, cuando este se encuentra de manera libre y dialogada es sostenible a largo plazo.

Toda persona tiene derecho a su visión de las cosas, que no es ni mejor ni peor que la de los demás, es simplemente la suya. Sobre esto se basa la comprensión mutua, el respeto, la empatía. Entender no significa aceptar o estar de acuerdo con todo, significa reconocer el derecho de la otra persona a su propia visión del mundo. Este es el primer paso para encontrar la armonía entre todas las partes.

Para crear unas relaciones igualitarias es necesario escuchar al interlocutor y comprender su lógica, sin atribuirle lo que uno piensa de él, sin pretender convencerle del criterio propio. Es entender al otro en tanto es el otro. Dicho en román paladino: Necesitamos escuchar igualmente todas las opiniones. De esta manera se cultivan el coloquio, la empatía y el respeto, lo que contribuye a las relaciones saludables.

Encuentro de una enorme importancia crear diversidad de oportunidades para el crecimiento y desarrollo del ser humano. Necesitamos garantizar igualdad de oportunidades para acceder a la información y el conocimiento, para pensar y elegir, para pedir y expresar, para dar y recibir, para cooperar, para autogestionarnos.

Entiendo que defender la igualdad es defender los derechos y libertades de cualquier ser humano. Es defender el respeto de identidades, culturas, religiones y razas sin discriminaciones de ningún tipo. Es defender la soberanía del individuo y de los pueblos. Y esto no se logra con imposiciones sino que emana de las relaciones libres y armoniosas entre sujetos.

En nuestras manos está determinar si seremos capaces de unirnos y crear una sociedad que permita el desarrollo y crecimiento de todos los seres humanos sobre la base de la Igualdad, la Libertad-Responsabilidad, la Solidaridad y el Conocimiento.

Para más aportaciones sobre el tema, os espero el martes 18 de marzo a las 18.30h en el Palacio Irizar de Bergara y el martes 1 de abril a las 19.00h en el C.C.Aldabe de Gasteiz. Ambas conferencias tienen entrada libre al público.

En las plantas octava, novena y décima del edificio Asch en el Greenwich Village de Nueva York, se encontraba la fábrica textil Triangle Shirtwaist en la que trabajaban unas 500 personas, la mayoría de ellas jóvenes inmigrantes. La fábrica estaba especializada en la confección de camisas de color morado, color que tiñó el cielo neoyorquino el día del trágico incendio.

(c) Natalia Urteaga, texto y fotos

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