sábado, febrero 15, 2025
Salud

Confesiones de una agente doble: Medicina, Literatura y jamón de York

Si alguna vez me habéis visto corriendo por los pasillos de Urgencias con un desfibrilador en la mano, tenéis que saber que las cosas no siempre son lo que parecen. Bajo esa bata blanca que ha visto de todo (literalmente, de todo) se esconde una agente doble cuya identidad acaba de ser descubierta.

Y por eso estoy aquí.

Ahora que mi tapadera ha saltado por los aires, no tiene sentido ocultarlo más. Y eso que, durante el día, mi coartada es impecable: interpreto electrocardiogramas, escayolo huesos rotos y receto ibuprofenos sin que me tiemble el pulso. También ejerzo de madre (no siempre ejemplar), doy besitos sobre los raspones en las rodillas de mis hijos (una terapia no demostrada científicamente, pero igual de eficaz) y cuento cuentos y poesías infantiles a todas horas. Cuando no los tengo a mano, me los invento.

Todo eso formaba parte de un plan sin fisuras, hasta que llegó Jorge Girbau y destapó mi faceta oculta. Cual Profesor X de la vida cultural, él adivinó que al acabar el turno, o cuando por fin duermo a los niños, ocurre en mí una transformación que echa por tierra mi papel de adulta funcional. Y es que, cuando cae la noche, no solo cuelgo el fonendo, sino también mi máscara de persona sensata y responsable y me convierto en… escritora. 

¿Tiene una doble vida más riesgos que un bypass triple?

Ser agente doble no es fácil. El trabajo en Urgencias resulta estresante y no deja mucho espacio para la imaginación, aunque a veces la realidad supere a la ficción. Mi tapadera como madre es el mejor regalo que me ha dado la vida, lo reconozco, y además parece la excusa perfecta para jugar durante todo el día sin que nadie me mire raro. Confieso que, a veces, mientras preparo los bocadillos para el cole, imagino que escondo un mensaje en clave bajo el jamón de York. En realidad, se trata de un corazón de mayonesa, pero no creo que eso haga necesaria la intervención de ningún psiquiatra (al menos, todavía).

¿Por qué? Porque, como bien dijo Virginia Woolf, toda mujer necesita una habitación propia en la que ser ella misma, dejando a un lado lo demás, para mantener la cordura. El caso es que yo, más que una habitación, necesito un universo entero. Por eso tecleo frenéticamente cuando cae la noche. Y es que, al igual que Spiderman disparaba telarañas por los dedos, yo disparo palabras con las que ir construyendo ese mundo fantástico que es mi refugio frente a las presiones de la vida moderna y la rutina.

Aunque he tratado de reprimirlo (sobre todo cuando estudiaba Medicina y llegaban los exámenes), la escritura es un impulso irrefrenable, una condición que me acompaña desde la tierna edad de seis años. ¿Queréis saber qué sucedió en aquel entonces? ¿Acaso me cayó en la cabeza una enciclopedia del tamaño de un mamut? ¿Me pillé los dedos con un libro radioactivo procedente de Chernobyl? No, es algo mucho más prosaico. La realidad es que los libros fueron mi tabla de salvación en las interminables tardes de hospital durante las cuales seguí tratamiento para un cáncer infantil. Desde aquellos años en los que devoraba todo texto que caía en mis manos, no he dejado de crear historias con la esperanza de que también sirvan, quizás alguna vez, de salvavidas para mí o para otros en épocas difíciles.

Una nueva misión

Pero una no puede permanecer oculta en las sombras para siempre. Después de que Jorge lanzase al aire su Cultur-señal, me encomendó una misión que no pude rechazar: encargarme de la sección de Salud de esta revista. Ahora mis dos identidades, la de médico y la de escritora, podrán coexistir al fin dentro de esta columna de divulgación, consejos de salud y, por qué no, alguna historia truculenta del mundo de la Medicina.

Se buscan cómplices

Me encantaría hacer de esta sección algo participativo y dinámico. Por eso, si queréis, podéis enviar vuestras sugerencias sobre temas de salud que os interesen a hola@nuriachicote.com

Y, si la curiosidad os llama (porque imagino que no seré la única persona con una doble vida: apuesto a que hay varias almas detectivescas —o, simplemente, cotillas— agazapadas bajo algún traje de oficina), podéis rastrear mis movimientos en Instagram (@Nuria_Chic) o en esta web que actualizo cada año bisiesto, más o menos: www.nuriachicote.com.

Corto y cambio

Hasta aquí mi presentación (otros lo llamarían confesión) para esta columna mensual. Estoy segura de que sabréis guardarme el secreto. Ahora solo vosotros, lectores de CuturaBai, sabéis que mi nombre es Nuria: madre a todas horas, médico cuando el deber me llama, escritora cuando la inspiración ataca… Y desde hoy, agente triple (o cuádruple, que he perdido la cuenta) en esta revista cultural.

(c) Nuria Chicote, texto e imagen

4 comentarios en «Confesiones de una agente doble: Medicina, Literatura y jamón de York»

  • Que maravillosa manera de llegar a nuestros corazones! Aunque tú, hace tiempo que nos tienes enamorados!!
    Muchas gracias Nuria por tu talento, tu ternura, tu persona!..
    Abrazos

    Respuesta
  • Cuántos libros han convertido sus hojas en refugios… Mi lamparita de luz amarilla sobre mis libros de los cinco o del barco de vapor, también fue uno de mis refugios de infancia. 😊 Piacere, agente cuádruple 😊

    Respuesta

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