Diente de León: cuerpos que florecen en escena
Cada lunes, cuando la semana apenas despierta, un grupo de cuerpos se entrega al escenario como quien se rinde al viento. Son cuerpos que hablan, que escuchan, que cuentan historias sin más herramienta que su propia existencia. Un codo que dibuja el aire, un dedo que señala el infinito, una mirada que sostiene el peso del mundo.
Ellos, los actores y actrices de Diente de León, han aprendido a amar su cuerpo. No porque antes no lo hicieran, sino porque ahora lo conocen, lo habitan con la certeza de quien sabe que el arte no necesita más que presencia. No hay miedo en ellos, porque no hay opción a que algo salga mal. Todo lo que nace sobre el escenario es verdadero, es puro, es arte en su estado más libre.
Cada lunes hacen magia. No la que desaparece, sino la que deja huella. No importa si el telón se alza en un museo, en un auditorio o en un teatro con mil o con seis butacas. Su arte no tiene miedo, solo amor. Amor por el movimiento, por la creación, por la vida misma.
Y yo, que tengo el privilegio de guiarlos, soy testigo de esta maravilla. Son todo para mí. Son un soplo de diente de león en el viento: frágiles y a la vez invencibles.
Desde hace ya tres años el “grupo de envejecimiento” de Apdema liberan aquello que quizá siempre tuvieron pero que nunca se atrevieron a sacar por falta de encontrar el momento, por una sociedad que se limita a abrir telones solo por momentos. Ahora todos y todas brillan entendiendo que ser actriz y ser actor es algo que sirve encima del escenario y fuera de ellos. Un personaje ayuda a crear y a vivir otras vidas pero la persona tiene una vida que cuidar en todo escenario. Cada día.

Arantza Cordero o Libruxka como quieren llamarme, es la persona que, simplemente escucha cuerpos y cuida historias. Jugamos porque actuar es un “to play” continuo y es la única manera de enamorarte de eso que ves en el espejo.
Nadie nunca había apostado por esa luz que desprenden sus miradas, no había existido un ser que quisiera, simplemente, dejarles ser y apostar por aquello que quizá debiera ser un buen mantra: “todos los seres somos auténticos” y Libruxka quiso estar y abrirles el telón.
Cada lunes es un ensayo, una actuación, una improvisación y , sobre todo, un equipo.
Realmente es INCREÍBLE (sí con mayúsculas) lo que el arte, el teatro y el movimiento han conseguido en mis personas de los lunes de los que aprendo sin parar lo más valioso de esta vida: seguridad en mi.
Y ahora estamos gestando “Vintage” una puesta en escena que pretende ver la luz este verano, pero lo más bonito de cada pieza que preparamos es que no hay prisa por una fecha o por un estreno. Somos energía y el aplauso no se busca solo en el estreno, nuestro aplauso se esconde en el ombligo de cada uno, por eso “Vintage” abrirá el telón cuando nuestras mentes decidan.
La discapacidad no tiene barreras en el escenario porque así me lo han enseñado.
Cada lunes, Diente de León.





(c) Arantza Cordero, texto y fotos