La bodega secreta de El Portalón: un viaje al alma de Vitoria-Gasteiz
¡Hola, queridos lectores de CulturaBAI!
Una vez más, gracias por la cálida acogida que me habéis brindado. Hoy vengo a compartiros una joya que muchos aún desconocen. Tuve el privilegio de entrevistar a Alberto Ortiz de Zárate, propietario de El Portalón, uno de los restaurantes más emblemáticos de Vitoria-Gasteiz —si no el que más.

Lo que pocos saben es que, además de ser un espacio cargado de historia, cultura y magia, El Portalón guarda un secreto fascinante: una bodega subterránea que es un verdadero paraíso para los amantes del vino… como yo, jejeje.
Antes que nada, quiero agradecer a Alberto por hacernos un hueco en su apretada agenda. Y es que no solo es el dueño, sino también quien está al tanto de cada detalle del restaurante: desde la cocina y el servicio hasta la cuidada selección de sus preciados vinos.
Fue un martes, a las 11:15 de la mañana, cuando entré en su oficina. Muy educadamente, me pidió disculpas por el retraso; estaba revisando reservas junto a su secretaria —sí, lo escuché todo, jeje. Poco después, el teléfono volvió a sonar: estaban coordinando pedidos. Os confieso que es la primera vez que veo a un propietario tan involucrado en todos los aspectos logísticos de su negocio.
Una vez finalizadas las gestiones, comenzamos la entrevista. Fotografíé todo con mi móvil y creedme… vais a alucinar con la historia y el alma de este lugar.


CB: Alberto, todos conocemos la belleza y el valor histórico de El Portalón, pero muchos se sorprenden al saber que también guarda una bodega subterránea. ¿Cuál es la historia de ese espacio?
Alberto: La bodega… Bueno, como ya sabes, El Portalón es una antigua casa de postas. Abajo se guardaban los caballos de los mercaderes, y arriba comían y descansaban. Lo que hoy es la bodega eran originalmente las caballerizas.


CB: ¿Qué tipo de vinos guardáis allí hoy en día? ¿Tienen algo en común con los que quizás circularon por estas mismas paredes hace siglos?
Alberto: La mayoría son vinos de Rioja Alavesa, aunque también tenemos algunos de Ribera del Duero. Pero hacemos énfasis en lo autóctono. El 90 % son vinos de Rioja Alavesa, de bodegas muy representativas desde el inicio de la D.O. Rioja: Marqués de Riscal, Murrieta, Contador, Izadi, Luis Cañas…


CB: ¿Qué sensaciones te transmite bajar a esa bodega? ¿Cómo influye en la experiencia del restaurante?
Alberto: Aporta un espacio nuevo y único. Muchos no sabían de su existencia, y al descubrirla se sorprenden. Es una bodega exclusiva para nuestros clientes. En Vitoria, no hay otro restaurante con algo así.
CB: ¿Se puede visitar la bodega? ¿La usáis para catas, eventos o actividades especiales?
Alberto: Sí, está abierta al público, especialmente los fines de semana, para quienes vienen a tomar un vino, pinchos o raciones. Es 100 % visitable.
CB: La historia del restaurante es tan rica como sus platos. ¿Dirías que la bodega refuerza esa conexión entre gastronomía y memoria?
Alberto: Sin duda. Añade valor no solo al restaurante, sino al edificio en sí. La gente puede venir a disfrutar de grandes vinos en un espacio con historia.
CB: ¿Tienes alguna anécdota especial relacionada con la bodega?
Alberto: (Entre risas) Nada muy loco. Lo más especial fue abrirla al público y… ¡que nunca se ha quedado nadie encerrado!
CB: En esta era de innovación constante, ¿cómo equilibras la tradición con la evolución del restaurante?
Alberto: Nuestra forma de innovar ha sido abrir espacios antes cerrados, haciéndolos accesibles. Todo lo que antes era exclusivo, ahora está al alcance de nuestros clientes.
CB: ¿Fuiste tú quien creó este concepto de bodega abierta?
Alberto: Sí, fue una decisión familiar. Mi padre y yo quisimos darle vida a un espacio que estaba en desuso.
CB: Desde que eres propietario del edificio en 2017, ¿cómo ha evolucionado tu visión del lugar?
Alberto: Conocíamos todos los rincones desde que llegamos en 2008. Desde que somos propietarios, hemos seguido con la idea de abrir todos los espacios al público. Es una forma de honrar la historia del edificio, pero también de hacerlo vivir plenamente.
CB: ¿Qué sueñas para el futuro de la bodega? ¿Algún proyecto en camino?
Alberto: Ya estamos organizando catas con grandes bodegas, cuyos dueños vienen a compartir su filosofía. Son eventos muy apreciados por nuestros clientes. Hacemos unas cinco o seis al año, de octubre a mayo.










Un espacio con alma
Tras pasar esa mañana en El Portalón, puedo deciros que este lugar no solo guarda historia en sus paredes: guarda dedicación, pasión y autenticidad en cada rincón. La bodega no es solo un espacio físico; es un testimonio de cómo la tradición puede convivir con la innovación, de cómo un restaurante puede ser también un santuario cultural.
Y eso solo se consigue cuando detrás hay personas como Alberto.

(c) Rigo Macías, texto, entrevista y fotografias
No tenía idea que tenían bodega, espero poder ir a un evento que organicen para poder disfrutar de sus vinos, a lo que soy aficionado y me gustaría aprender, espero si pueden organizar un evento publiquen en sus redes y así aprender más de este lugar