Una crónica en profundidad y relajada de lo que fue Vitoria-Negrasteiz 2024
Viernes, 4 de octubre de 2024
A las 18:30h, el auditorio Francisco de Vitoria acoge la inauguración institucional, representada por el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, la Diputación Foral de Álava y la Fundación Vital. Presentan el director del Festival, Jesús María Sáez y el comisario de la misma, Alberto Gredilla. La interpretación al euskera es realizada por Vanesa de la Puente, secretaria de Krelia, Asociación de Creadores Literarios de Álava y organizadora de NeGrasteiz.
NeGrasteiz abre con música, acompasados por la dulcísima voz de Iris Penche, bonita por dentro y por fuera. Interpretó temas que nos hablaban de tangos de desencuentros, de dolor y de resiliencia, transmitiendo fuerza y esperanza. Concluyó con una soberbia versión de Llorona, de Chavela Vargas, desgarrada, irradiando emoción a un auditorio al que dejó mudo.
Ernesto García Ozaeta, de la Fundación Vital, afirmaba rotundo la consolidación de un festival que ya es un referente internacional en solo dos ediciones. Ana del Val, diputada de Cultura, agradecía a Krelia su esfuerzo y dedicación a este proyecto. Iñaki Gurtubai, teniente de alcaldesa del Ayuntamiento y concejal de Seguridad, proponía una mesa exclusivamente policial de cara a futuras ediciones. Aportaba un toque de humor sugiriendo bien sospechar de nuestros autores, a pesar de sus tramas y nos invitaba a disfrutar del superpoder de la lectura.
Aún no eran las 19:30h cuando se dio paso a la charla-tertulia entre Jesús Camarero, presidente de Krelia y el popular César Pérez Gellida, premio Nadal 2024.
El autor localiza su última novela, Bajo tierra seca, en Extremadura, en la Zafra de principios del siglo XX, bajo la opresión del caciquismo, la miseria y el hambre. Consideró que este rincón de jara era idóneo para matar a gusto. La obra se planteó como un guion en sus inicios, proyecto que aparcó para abordar la novela.
Destaca la libertad que aporta la narrativa, el exhaustivo trabajo de documentación previo y necesario para que los olores y sonidos lleguen al lector. El contexto histórico, el miedo, la respiración entrecortada, la tensión a punto de explosionar. Estas emociones laten dentro de una estructura sólida, cuajada de regresiones y flash-back perfectamente enlazados, que logran no distraer al lector y facilitan la lectura. Su habilidad para volver sobre sus pasos nos recuerda a los giros del cine de Tarantino. Sorprende sin confundir, con tramas magníficamente hiladas, en un engranaje impecable.
El autor disfruta desgranando sus perfiles, sumergiéndose en ellos. Crea personajes complejos, como el de Antonia Monterroso, inspirada en una asesina perfecta, Belle Guness. Antonia es un personaje imponente por su físico, su atractivo y su arrolladora personalidad, más si cabe en el contexto hostil, gris y oprimido de la época. Es una maestra hábil y precisa, con un autocontrol que rompe con el resto de perfiles de su entorno. Destaca con fuerza en este noir rural, con hombres emocionalmente vulnerables, dominados por sus impulsos, como Jacinto Padilla. Descúbranlos en este thriller.
Sábado, 6 de octubre de 2024
Abrimos nuestra gran jornada a las 10:00h, en la primera de las mesas literarias, con La fuerza de los autores locales, moderada por Luis Ángel Fernández de Betoño, e integrada por autores kilómetro cero, que nos hicieron abrir boca con sus novelas.
María Santórum, plantea Leyendas y banderas, una novela cruda que aborda una problemática cercana, tremendamente dura y compleja, el conflicto vasco, vivido, con mayor tensión si cabe, en un municipio pequeño de la azotada Euskadi de finales del siglo XX. Analiza la mecánica del odio desde las diferentes sensibilidades y su evolución a lo largo de las décadas, hasta llegar a la madurez actual, que refleja una empatía recíproca y un acercamiento de posturas. Enlazando con la mitología vasca, contextualiza a través del imaginario vasco el germen de las ideologías. Gracias a una voluntad de acercamiento y respeto, continuamos resolviendo una lucha aún latente.
Samuel Vernal nos sacude con La virgen muerta. Encara su negrísimo thriller con infinidad de personajes, arrastrados por secuestros en serie, firmados con estampas de la Virgen, en una trama sacudida por una escalada de intensidad trepidante. El fanatismo religioso es el hilo conductor, personificado en un ángel negro. Las creencias extremas pueden desencadenar mundos paralelos en la mente del ejecutor, que deshumaniza valores y víctimas, a los que reduce a meras herramientas con las que alcanzar sus ideales desbocados.
Leire Mauleón desentraña Un encargo sencillo, misión que finalmente no será fácil. No ha necesitado ubicar su historia en coordenadas espacio temporales. Los personajes son potentes y las situaciones límite, recreando la novela negra clásica, pero con parámetros actualizados que resulten creíbles en el contexto actual. Empatiza con los perfiles de los personajes que desarrolla, al igual que sus compañeros.
La mesa en general coincide en ese duelo al hilo de la pérdida, sean héroes o villanos. Ante el planteamiento del uso de los personajes para ajustar cuentas con relaciones personales, Leire afirma que, conscientemente, no. Samuel tiene muy claro lo valioso que es este recurso, coincidiendo en este punto con María. Incidiendo en la importancia de lo vocacional de esta profesión, la fidelidad a uno mismo escribiendo aquello que realmente les mueve, en el compromiso personal y la creación de confianza respecto a los lectores.
María habla, desde el punto de vista de Uzanza (¡tu editorial de confianza!) de la enorme complejidad del entramado editorial, la importancia del acompañamiento de los autores, la desesperación financiera dado el escasísimo margen que aporta cada volumen y el enorme trabajo.
Continuamos con la segunda mesa literaria, en torno a las 11:30h con la que cerraremos la mañana.
Mesa literaria 2: Ellas también cuentan y cuentan mucho, donde el papel de la mujer es protagonista.
Modera la mesa María Santórum, y como las cuatro presentes en esta mesa, tratará de redefinir el feminismo, huyendo de clichés casposos y llevándolo a la práctica. Vanesa de la Puente llegó a la escritura desde la lectura, que aplica como forma de vida, al igual que Tania Lagunilla. Lectura y escritura se hermanan en un solo lazo, inexplicables la una sin la otra y utilizadas como denuncia social. Históricamente, en el caso de Tierra de amapolas, con mujeres infantilizadas por la iglesia y una sociedad patriarcal y caciquil férrea. Carla, la protagonista de la novela, rompe con las normas, busca un lugar ecuánime en el mundo, a base de trabajo disciplinado, mucho valor y un tesón desafiante frente a las injusticias.
Vanesa de la Puente, en Tres barrotes y una luna perfila una mujer poderosa. María, inspectora de policía, busca la justicia que el sistema le ha negado. Después de romper todos los cánones y pelear su lugar desde dentro, opta por pasar al otro lado, ejerciendo una justicia casi poética, que compensa o condena, según las circunstancias, a los demás protagonistas de la trama. Haizea López presenta la última de sus muchas publicaciones, Alianza de sangre, que habla del poder de la amistad, de la fuerza de un amigo que lucha por esclarecer la verdad, contra prejuicios y pruebas aparentemente concluyentes.
Esta hermandad de mujeres potentísimas, dentro y fuera de sus obras, es una luz que apunta que el oficio de escribir es una actividad poderosa, un arma con la que transformar personas y sociedades. Nos revoluciona por dentro, proyectando esa fuerza fuera, transfiriéndola a los lectores. Reconcilia, impulsa, reconforta, agita conciencias. Es liberador. Es un acto de fe.
Mesa técnica 1: Post mortem, la fotografía de difuntos
A las 12:45h del mediodía, tenemos el gran privilegio de escuchar una clase magistral de Virginia DLCL, entre otras muchas cosas, doctora en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid, considerada la mayor experta europea y una de las especialistas más completas del mundo en fotografía de difuntos.
Virginia incide en la importancia de dignificar la representación de la muerte. La horizontalidad del cuerpo marca la muerte. Se opta entonces por elevar al difunto: adoptando verticalidad, se dota a la imagen de vida. De ello ya hablaban en el siglo XV los protocolos del ars moriendi.
Desde 1845 y hasta finales del siglo XIX, se naturalizó esta práctica; de hecho, visitar la morgue era casi una actividad lúdica en el París de la época. Fotografiar la muerte era una práctica que la naturalizaba y servía de homenaje, para que el difunto no cayese en el olvido. Adquiere un rol fundamental en el proceso del duelo. En ocasiones, se representa al muerto junto a frascos de medicina vacíos, demostrando así que la ciencia había fallado. Nos habla también de los daguerrotipos, cuyo rol era llevar consigo esa imagen de memoria.
Se diferencian varios tipos de fotografía, la infantil, la adulta, incluso fotografías grupales, en las que la familia acompaña al finado, mostrando su dolor contenido y respeto. Para mantener una imagen viva de la pérdida, si no se podían abrir los ojos del difunto, llegaban a pintarse. El color, como la verticalidad que mencionábamos antes, daba vida al conjunto.
En ocasiones, en las fotografías infantiles, el niño estaba acompañado de sus juguetes, en escenarios atrezzados con flores, que dulcificaban la dureza del momento. Estas flores, cosidas a las telas, creaban un efecto ascendente, casi flotante. La luz era un elemento esencial para la calidad de las fotografías. Frecuentemente, se recurría a exteriores. Se creaban altares, creando espacios sagrados, ricos en telas. Me sorprende saber que esta práctica se mantuvo hasta la década de los ochenta del siglo XX.
La fotografía adulta se representa de una manera más fría, la función cambia, la pérdida duele de otra manera. En ocasiones, tiene una función casi notarial, como prueba fehaciente del fallecimiento, que es enviada a familiares que viven lejos, sin tiempo material para desplazarse para presenciar los ritos funerarios.
Gracias, Virginia, por naturalizar y dignificar la muerte con tu trabajo, al igual que lo hacían las fotografías.
Mesa literaria 3: La Euskal Noir/Thriller negro vasco
Son las 16:15h y acudimos a la mesa moderada por Juan Mari Barasorda, investigador y apasionado de la época victoriana y de la novela negra, y coordinador de Bruma Negra, nos presenta a tres autores junto con sus novelas más recientes: Álex Oviedo con Ausentes del cielo, Patricia Jiménez con Nunca debí dejarte ir, y José Francisco Alonso con Café cortado. Esta mesa plantea los diferentes enfoques de los mundos que orbitan, de manera muy personal, alrededor de la novela negra. Brillan con pinceladas de domestic noir, cosy mystery, mysthery crime, thriller policiaco… Fusionan micro mundos y adoptan las vertientes más inquietantes de los diferentes subgéneros. Combinan elementos detectivescos y policiacos, alimentando el tan necesario thriller psicológico, que nutren la imaginación de los lectores.
La originalidad de esta mesa radica en introducir sentimientos en sus historias, con tramas de amor y desamor. El amor adolescente, la amistad, la familia, el dolor frente a la enfermedad, temas en ocasiones delicados, a los que no se presta la atención que merecen, a pesar de su cotidianidad. También está latente el duelo de las pérdidas, definitivas o no, la añoranza de lo que fue o peor, de lo que no pudo ser y no tuvo oportunidad. Se priorizan los personajes, sus frustraciones, su incapacidad en ocasiones para manejar las emociones, o siquiera reconocerlas.
La denuncia social es intrínseca al género, coyuntura que Patricia aprovecha para utilizar como hilo conductor de su última novela, poniendo sobre la mesa el acoso escolar, que ella ha vivido dentro de las aulas, con sus estudiantes. Es necesario acercar aún más si cabe el apoyo a las víctimas, exponiendo abiertamente una circunstancia real y latente, un gravísimo problema que urge resolver.
Mesa técnica 2: Sectas, yihadismo e investigación
Charla vespertina, en torno a las 18:15h. Moderada por Alberto Gredilla, (comisario de NeGrasteiz, experto en criminología, investigador judicial y analista de conducta criminal) esta interesantísima mesa no dejó indiferente a nadie. Contó con dos grandes investigadores, David Garriga (analista de terrorismo yihadista y presidente de CISEG) y Luis Santamaría (teólogo, divulgador y experto en sectas nacionales e internacionales).
Partiendo de la base de la interpretación arbitraria de los textos sagrados, al antojo de intereses que se alejan de los fundamentos de cualquier religión, comprendemos qué motiva el uso de algo noble para fines que poco o nada tienen ver con la religión. Si analizamos estos textos, el Corán, la Biblia, la Torá… están unidos por el mismo mantra: amor y respeto profundo hacia uno mismo, y la proyección de ambos hacia el prójimo. La nobleza de estos principios ha degenerado en armas de destrucción masiva, subyugación de personas muy válidas en un momento vulnerable y futuros truncados.
Las obras que presentan en este festival, son manuales de divulgación y consulta. David Garriga, presentó Yihad, ¿qué es?, en el que reflexiona sobre la evolución, en las últimas décadas, de la radicalización violenta de la etiología yihadista y su impacto en las sociedades contemporáneas. Un término manido, pero complejo, que cabe diferenciar de los postulados religiosos que malinterpreta y utiliza, sumando víctimas. Se hace eco de las mismas en su libro, Víctimas de la Yihad Negra del Daesh. Ambas obras son esenciales para comprender, desde el rigor, los conflictos que nos azotan.
Luis Santamaría analiza, sirviéndose del dardo en la palabra, las sectas de origen cristiano de España, en A las afueras de la Cruz. Estamos ante un prolijo trabajo de investigación sobre grupos cobijados bajo el paraguas de la religión y la filosofía del bienestar. Estos grupos, de orígenes diversos, desde protestantes a adventistas, restauracionistas o mesiánicos, captan mentes brillantes y bolsillos llenos, que reclutan adeptos y financian sus carnicerías espirituales. Son organizaciones con más de un siglo de historia, que se multiplican como los panes y los peces, con su propia estructura y prácticas.
Mesa literaria 4: Leonardo Padura: Cuba a través de los ojos del detective Mario Conde. Entrevistado por Fátima Frutos.
20:00h, expectación máxima, murmullos emocionados recorren la sala. Sellamos el festival con un broche de oro, privilegiados escuchando la historia de Cuba desde la voz de un testigo implacable, Leonardo Padura. Fátima Frutos introduce la entrevista sobrevolando los primeros años del escritor, niño precoz que pronto cambió las homilías por el béisbol; años más tarde, el periodismo deportivo por la filología. La literatura ha galardonado su trayectoria con el premio Princesa de Asturias de las Letras 2015 y premio de las Artes y las Letras de Francia, es doctor honoris causa de la Universidad de México. Reconocido en todo el mundo (excepto en Rusia, cela va de soi) y desdeñado por el gobierno cubano.
Hace hincapié en sus inicios, coincidentes con una de las muchas crisis cubanas, la crisis del papel, participando en un certamen de novela policiaca revolucionaria. Concurso que ganó para quedar finalmente desierto, no se le permitió reconocer públicamente la calidad de su relato. Décadas más tarde, ese reconocimiento sigue sin llegar.
A través de la mirada del inspector Mario Conde, descubrimos la mirada del escritor, que observa perplejo la deconstrucción de la ciudad que se le antoja cada vez más extraña. Repasa la evolución de este personaje a través de su tetralogía, reescrita para ser reenfocada cinematográficamente. A pesar de su repercusión, la segunda temporada se está resistiendo.
Mario Conde abandona la policía en Adiós Hemingway, reconvertido en librero de viejo, en la que desgrana su relación de amor-odio con el escritor, trasvasando sus obsesiones al policía. Cuida con mimo los pilares de su vida, los libros y sus amigos. El título descartado de esta obra fue Literatura o muerte; descubran esta desazón en sus páginas. En Neblina del ayer, el hilo conductor es la música, a través de la cual la historia de Cuba podría ser escrita, prescindiendo del resto de las artes. Le apasiona lo literario de la vida de los músicos, rescatándolos de la memoria a través de Mario Conde. Aquí La Habana entra de manera casi protagónica.
Entramos en la gastronomía, parte intrínseca de la identidad cultural de un país, citando una obra de Gertrudis Ortiz, sobre la cocina de Mario Conde. Cocina norteña con platos tradicionales asturianos, gallegos… perdidos en el tiempo por falta de recursos. Cita una presentación en la que Vázquez-Montalbán le obsequia un libro con las recetas de Carvallo. Mediaban los años noventa, sólo se podía cocinar, de entre todas ellas, la leche frita.
Fátima Frutos prosigue el viaje con La oda de la serpiente y La transparencia del tiempo, en los que Mario Conde sigue complementado por sus amigos, recurso no incompatible con su marcada personalidad. Aportan optimismo a su mirada gris, misticismo a su escepticismo, sabores dulces a su amargura. Josefina adopta el papel de mama cubana, de último reducto de su juventud, con este fin, Padura decidió dotar de inmortalidad a este personaje.
Antes de pasar al cambio, a la apertura de principios del siglo XXI en Personas Decentes, el escritor responde al por qué de la nueva edición de El hombre que amaba a los perros. Matiza que no se trata de una reescritura; no rectifica el escritor que fue, no se revisa. Cambia únicamente una treintena de vocablos imposibles de comprender en España. Introduce esta edición con lo que define como la esencia de la novela, el proceso de perversión de la utopía. Introduce además una serie de reflexiones de personalidades lectoras y admiradoras de su obra, del mundo de la música y la literatura; me quedo con las ganas de saber con qué frase lo bendijo Mario Vargas Llosa. La obra está escrita desde la perspectiva de la mirada de protagonistas del mundo de las artes, historia viva de la revolución cubana, desde la mirada de otro actor intrínseco, que habita en todos, el miedo.
Alude a La novela de mi vida, la que lo define como cubano, que traza la historia de la isla desde principios del siglo XIX a través de una voz que también intentó silenciarse, la voz de Jose María Heredia, primer poeta romántico cubano y uno de los más importantes de la literatura hispana. Esta búsqueda de los orígenes lo ha acompañado siempre.
En este festival presenta su última novela, Ir a La Habana. Novela que no escapa a esa nostalgia tan cubana, observada desde los ojos de un escritor que la escrutó desde la periferia, como si de una ciudad ajena se tratara, desde el desarraigo y un conocimiento profundo de su identidad cultural, desde todos los prismas posibles.
El tiempo apremia y el público despide a este entrañable escritor con un emotivo regalo, la entrega, a través de Fátima Frutos, de una pelota de béisbol, regalo de un equipo formado por jóvenes procedentes de todas las guerras contemporáneas, sirios, turcos, ucranianos, refugiados en Pamplona, pelota acompañada de un abrazo, de niños que no comparten el idioma, pero si esa pasión.
Esta charla, tras el encuentro con los lectores, dará paso a una cena teatralizada a la que tuve la suerte de acudir, de la que mi adorada compañera Tania Lagunilla se hizo eco hace algunas publicaciones. Lo que realmente ocurrió en esa cena, los lazos que se gestaron, los guardaremos en nuestro recuerdo.
Domingo 6 de octubre
Mesa literaria 5: Charlas en negro
Aún no son las once de la mañana y Natxo Artundo, periodista, entre otras lides, presenta a Marisol Pérez Urbano y su Barrio 1972, mi descubrimiento de esta edición, que me seduce de inmediato. Filóloga, profesora de secundaria, escritora. Decidió empezar a escribir tras enseñar a aprender a leer, luchando contra la tiranía de los programas, con el fin de dulcificar los clásicos a adolescentes, ayudándoles a comprenderlos. Se define como una contadora de historias, historias que documenta exhaustivamente, añadiendo un anexo didáctico, contextualizando su relato, para comunicar de verdad.
Barrio 1972 podría ser cualquier barrio, construido en las últimas décadas del siglo XX, barrio de aluvión, crisol de diferentes acentos que reconstruyeron un país destruido y forjaron la identidad de las generaciones posteriores. Antonio, protagonista de esta obra, muy a nuestro pesar, personifica lo peor. Se trata de un asesino torpe, patético, borrachín, reconocible en nuestros entornos. Es casi imposible simpatizar con este tonto inconsciente. En torno a él orbita un personaje colectivo, un pequeño portal y sus habitantes. El detonante de la trama es una explosión en la metalúrgica, no se dan ni se piden explicaciones, la tiranía del silencio y el miedo pesaban aún demasiado en los últimos coletazos del franquismo.
Carlota Suárez nos regala Muerte en el meridiano. En ella localiza un festival literario en una imaginada isla canaria. La dinámica de este festival es una clarísima crítica al sistema en el que degenera nuestro mundo. Esta convocatoria está cuajada de autores y críticos, pero carece de lectores, presentes a través de las redes. Focaliza alarmada este devenir, del que autores, editores y libreros también son cómplices.
Su personaje central, Andrea Sabugo, está escrito en primera persona. Perfila, a través de la narrativa un espectro autista, plagado de mantras, de obsesiones. Andrea es una sociópata obcecada en su propia estrella, cínica y descreída para con el mundo literario que tanto la beneficia. Su ego rechaza leer a escritores vivos, navega entre filias, fobias y sangre. Otra excepción en el baile de personajes de estas jornadas: cuesta un mundo empatizar con la protagonista. Nuestra ególatra rompe su aislamiento cuando se deja arrastrar por Minerva, una escritora que admira más que a sí misma, unidas por un objetivo común. Trasladan la tinta y el papel a la vida: un cadáver real aparece en la isla y quién mejor que ellas para resolver la autoría.
Carlota se define como una super lectora, ante todo. Publica sólo cuando considera que puede aportar algo, como lo hace con esta crítica, feroz y pertinente. Escribir es un impulso terapéutico con el que soltar lastre. Rechaza de pleno los premios literarios, se ciñe a certámenes escolares y a aquellos en los que no hay compensaciones económicas, que motivan a esta fusión lectura escritura que nos ha reunido estos días en NeGrasteiz.
Mesa técnica 3: Estudiando el crimen con Paz.
La guinda de este gran banquete que ha supuesto NeGrasteiz, es la clase magistral de una referente, jurista, especializada en personalidad psicopática, Paz Velasco de la Fuente. Sus publicaciones, Criminal mente y Homo criminalis, son lecturas obligadas en criminología. Muertes nada accidentales, true crimen de reciente publicación. Su clase magistral, fue un regalo. Aquí les hago una breve síntesis.
¿Por qué matamos? Somos de las rarísimas especies que se mata entre sí, yendo más allá: sentimos placer al hacerlo. ¿Qué factores nos empujan, cuáles nos frenan? Como seres biopsicosociales que somos, el crimen es multifactorial. Los factores endógenos, como el resto, nos predisponen. De ello habla la neuropsicología, estudiando qué nos empuja a terminar con la vida. Sumemos a éstos los factores ambientales y sociales, porque el entorno también nos perfila.
¿Cuáles son nuestras motivaciones? ¿Nuestros móviles? ¿Satisfacer deseos? ¿Cumplir fantasías? ¿Exorcizar demonios? ¿Canalizar emociones? Somos capaces de odiar, de vengarnos… ¿Qué nos limita? Paz Velasco apunta cuatro tipos de empatía, emociones y sentimientos comunes; su gestión define nuestras conductas. La empatía afectiva y la compasiva son las que nos hacen seres sociales. La empatía cognitiva, empieza a ser peligrosa, ya que nos servimos de las emociones del otro para manipularlas en nuestro beneficio. La empatía oscura arrastra maquiavelismo, narcisismo y psicopatía.
Presenta varios casos de empatía cognitiva y empatía oscura.
Analiza un sentimiento común, la soledad, utilizando la figura de Denis Nielsen, asesino en serie escocés. En su infancia, vivió una situación que le llevó a vincular el amor con la muerte. Fue incapaz de mantener una relación de verdad. Fue un cazador de víctimas, a quienes seducía y llevaba a su casa. El proceso de investigación fue atípico, se buscó al ejecutor, para evitar nuevas víctimas. Detenido tras quince víctimas y condenado a cadena perpetua, escribió desde su encierro un diario aterrador, en el que analizó y dibujó a sus víctimas con una precisión escalofriante.
El siguiente análisis, nos muestra peones que se creen reyes. La emoción, la egolatría, el narcisismo. Como representantes, Leopold y Loeb, dos estudiantes adinerados del Chicago de los años veinte, obsesionados con cometer el crimen perfecto y salir impunes. Eran brillantes, pero adolescentes. Fueron detenidos al tercer día del secuestro y asesinato de Robert Franks. Solo querían demostrar que su inteligencia era superior al resto. La niñez de ambos tuvo un punto en común, pautas de crianza relegadas. Fueron criados por múltiples niñeras. Loeb llegó a sufrir abusos sexuales infantiles.
Sigamos sumando emociones. Venganza. Eliot Ness, agente del Tesoro y criminólogo, formado en la Escuela de Chicago en los años 20. Investigador vencido por un asesino en serie, el asesino del torso. Cleveland, 1938. Se le requiere para investigar la corrupción en el Cuerpo de Bomberos y Policía. A su llegada, comienzan a aparecer partes de cuerpos desmembrados. Aún no se había tipificado a los asesinos en serie. El asesino entra y sale a voluntad del centro psiquiátrico en el que está encerrado, es doctor, sabe cómo desmembrar un cuerpo. Enviaba a Ness postales terroríficas, para burlarse de él. Lo que acaba definitivamente con la carrera del criminólogo, es el abandono de uno de los cadáveres frente a la oficina de investigación. A partir de ahí, comete una serie de errores que hace que lo aparten del caso, es denostado y condenado al olvido.
Abordamos la gratificación sexual a través de parafilias patológicas. Harvey Glatman. Carente de atractivo. Pauta de crianza: sobreprotección, que puede influir en una deriva delictiva. Su fantasía: tener relaciones sexuales con mujeres a las que no podía tener acceso. ¿Cómo lograrlo? Fotógrafo de modelos en el Hollywood dorado. Maniataba a las mujeres, las agredía, las estrangulaba, las llevaba al desierto de los Ángeles, las hacía posar ya muertas, pero parecían vivas, ritualizaba los posados. Guardaba las cuerdas y sus zapatos, sus fetiches.
La siguiente imagen, sugiere locura. Paz matiza “los cuerdos matan más”. Richard Trenton Chase, el vampiro de Sacramento, asesino en serie. Psicótico con alucinaciones auditivas, visuales y corpóreas. Hijo de una familia adinerada y disfuncional, de un padre violento y una madre sumisa. Creía que su sangre se estaba convirtiendo en polvo y se vio obligado a beber la de sus víctimas. Empieza por secuestrar y matar mascotas, antes de focalizarse en las personas. Seis fueron sus víctimas humanas, a quienes perpetró ejerciendo el canibalismo y necrofilia.
Ambición, lucro. Henri Désiré Landru. Paris. Primera guerra mundial. 1914. Estafador del amor. Dos modus operandi. Publica anuncios en prensa, para cazar a víctimas vulnerables. En uno de ellos, vende el cuento de hadas del proyecto de futuro de familia feliz. En otro, compra muebles a viudas necesitadas por la guerra. Las víctimas le transfieren sus millonarios patrimonios. 283 responden a sus anuncios, doce serán asesinadas. Crea citas perfectas. Las aísla en villas, las quema en el horno de una de ellas. Guarda su patrimonio en garajes, y lo vende gradualmente.
Odio. Misoginia. Eliot Roger. Isla Vista. 2014. Perpetra una matanza con siete personas muertas, incluido el mismo, y trece heridos. Es célibe involuntario. Asesina a mujeres, porque no puede tener relaciones sexuales con ellas. Graba un vídeo que pueden solicitar en www.criminalmente.es. Roger cree en el determinismo sexual: no puede acceder a determinado tipo de mujeres porque éstas son inferiores a los machos alfa. Su misoginia era el único obstáculo. En su línea, Mihail Popkov. Policía. Asesinó a 87 mujeres. Cumple cadena perpetua en la actualidad.
Egolatría. Aleksndr Pichoushkin, el asesino del ajedrez. Lo marcó la muerte de su abuelo, quien le enseñó a jugar al ajedrez. Asesinaba en el parque Bitsevsky. Elegía a personas ebrias, sin techo, les ofrecía vodka, las mataba a martillazos. Introducía una botella de vodka en el cráneo, lo que se conoce como sexo desplazado. Después de cada víctima, marcaba una casilla del tablero con su número. Empezó a dejar los cadáveres abandonados en el parque, lo que facilitó su detención.
Envidia. Gertrude Baniszewski indujo al asesinato a sus dos hijos, y tortura y asesina a Silvia Likens, la niña a la que cuidaba. Odiaba profundamente su belleza, su inocencia… Representaba todo lo que ella había deseado siempre y a lo que no podría nunca acceder.
Amor. Cerramos con esta terrible emoción. ¿Se puede matar por amor? Veamos un ejemplo. Denise Labbé y Jacques Algarron. Paris, años 50. Jacques Algarron encarna la empatía oscura y narcisista con la que Paz introducía esta clase magistral. Se convierten en amantes. Denise se convirtió en su esclava sexual, admitió prostituirse. Algarron le pide una muestra de amor, que asesine a su hija. Se queda embarazada, le obliga a abortar, e insiste en que asesine a su otra hija. Claudica, tres días más tarde, ahogando a la bebé en un barreño. Le escribe un telegrama, no responde, va a buscarlo. Éste se ríe en su cara, la tilda de imbécil.
El juicio posterior es apasionante. La figura del asesino inductor no estaba tipificada.
Paz concluye con una frase de Aldous Huxley, que nos recuerda que somos el fruto de nuestras vivencias, pero también de nuestras decisiones.
Así concluye un festival apasionante.
A las 12.00h se hace la entrega de los Premios ELKAR a los mejores relatos cortos y microrrelatos en euskera y castellano, promovidos por la librería y desde las bibliotecas de los Centros Cívicos del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz y de la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa. El coro JOYFUL GOSPEL CHOIR nos hace bailar desde nuestras butacas y cierra esta impresionante edición. GRACIAS A TODOS.
(c) Beatriz Rey. Texto y fotos.