sábado, mayo 24, 2025
Arquitectura

¡Vete a hacer gárgolas!

Hoy cumplo 45 años. Estoy (eso creo y deseo) en el Ecuador de mi vida; aún soy una persona inconclusa, aunque formada en gran parte y con una vida bastante activa. Para el artículo de este mes he elegido un edificio que, al igual que yo, está construido y en funcionamiento, pero inacabado: la Catedral de María Inmaculada, más conocida como la Catedral Nueva de Vitoria-Gasteiz.

Fotografía de la Catedral Nueva

Poco después de la creación de la Diócesis de Vitoria, que englobaba las tres provincias vascas, surgió la necesidad de construir un templo grande, accesible y digno en nuestra ciudad, ya que la preciosa Santa María era pequeña y comenzaba a sufrir achaques estructurales. Tras decidir su ubicación y convocar un concurso público, en 1892 se eligió el diseño de estilo neogótico propuesto por los arquitectos Javier Luque y Julián Apraiz. El proyecto era muy ambicioso y, aunque no llegó a culminarse, en el interior de la seo está expuesta la maqueta que lo demuestra.

Maqueta de la Catedral Nueva

Nuestra catedral iba a ser la segunda más grande del país detrás de la sevillana, y una de las consideradas «de última generación en España» junto con la Almudena de Madrid y San Cristóbal de La Laguna de Tenerife. ¿Qué sucedió? La crisis económica de 1914 golpeó con rudeza el sector de la construcción y la Guerra dio el estacazo definitivo a nuestros sueños de grandeza.

Apraiz retomó las riendas del proyecto para «culminar» su labor en 1946, sustituyendo los materiales nobles por hormigón y piedras artificiales, y eliminando santos y ornamentación para reducir costes, ya que el presupuesto inicial previsto de cinco millones de pesetas había sido superado en la primera fase de la obra. En la mejor versión abreviada que las circunstancias permitieron, el templo se consagró en 1969. Cuatro años después se «dio por terminado» el pórtico: el punto final de la Catedral.

Fotografía de la fachada sin Santos

La cripta es la parte más antigua y lo primero que se construyó, fiel al proyecto inicial; por eso luce una ornamentación elegante que destaca en el conjunto. Artísticamente es la parte más bella e interesante del edificio, donde arquitectura, escultura y vidrieras bailan al perfecto compás de una hermosa melodía llena de esperanza de futuro. El ábside exterior, de forma semicircular y dividido en siete secciones, tantas como capillas hay en la girola, es otro de los elementos más bonitos de esta voluminosa construcción en cuyo interior se alberga el Museo Diocesano de Arte Sacro de Álava. Nuestra obra «non finita» es destacable por su riqueza escultórica, con muchos aires modernistas que llaman la atención de quien se fija en los detalles, huella que los maestros catalanes que trabajaron en la primera fase dorada de la obra nos dejaron como legado.

Cripta de la Catedral Nueva (foto de archivo)

La expresión «vete a hacer gárgaras» se usa para despedir a alguien de mala manera, pero hacer gárgaras es una técnica de limpieza de la faringe que se suele hacer con agua tibia y sal para aliviar la inflamación y el dolor de garganta. No me he vuelto loca, sigue leyendo, prometo que esto tiene relación con el artículo.

El término gárgola tiene raíces etimológicas que se remontan al latín y al griego. Proviene de la palabra latina gurgulio, que significa «garganta», y esta, a su vez, es un préstamo del griego γαργαρίζω, que se traduce como «hacer gárgaras». Gargouille es «garganta» en francés antiguo, que a su vez viene del verbo 
gargouiller, que significa «producir un ruido semejante al de un líquido en un tubo». Me encanta la forma en que lengua y arquitectura se entrelazan para dar significado a estas enigmáticas figuras cuya función es canalizar a través de sus largas gargantas el agua de lluvia lejos de los muros, evitando daños estructurales. Podríamos decir que las gárgolas hacen gárgaras boca abajo.

Fotografía de una Gárgola (De la web de Dolores Herrero)

Aurelio Rivas, profesor de escultura en la Escuela de Artes y Oficios, fue uno de los maestros artesanos encargados de esculpir varias de las treinta y cuatro bestias de piedra arenisca que evacúan el agua de nuestra María Inmaculada. Primero hacía los modelos en escayola siguiendo las directrices y los dibujos de Apraiz, y después tallaba en piedra. Dicen que las propias vivencias del arquitecto durante la Guerra están plasmadas en algunos de los seres que custodian el templo desde su parte más alta: terror, soledad, indefensión, ira… A pesar de que las nuestras son dignas de admiración, las gárgolas más famosas del mundo son las de Notre Dame. ¿Conocéis el mito de su despertar? Cuando Juana de Arco fue condenada a morir en la hoguera, las gárgolas cobraron vida durante la noche y vengaron la muerte de su heroína atacando sin piedad a los habitantes de la ciudad. Este comportamiento evoca la sublime belleza de la crueldad.

Fotografía de la Gárgola de la Catedral de Notre Dame (París)

Nuestra Catedral Nueva, a falta de torres, santos, cimborrio y otros muchos elementos de ornamentación, emociona a quien osa nutrirse de su inconclusa e incuestionable belleza. ¿Sin planes para hoy? Te dejo una lista de sugerencias:

Primera: ¡Felicítame!

Segunda: Visita el interior de la catedral.

Tercera: Observa el exterior del templo, aprecia la belleza de sus fachadas semidesnudas, levanta la vista y… ¡vete a hacer gárgolas! 

(c) Vanesa de la Puente, texto y fotografias

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