El fútbol, ¿es cultura?
Es una pregunta capciosa. Es como preguntar a un taurófilo si los toros son cultura. Para un apasionado del fútbol, plantearle esta cuestión es casi interpelar su propia existencia.
El fútbol, para algunos, es una extraordinaria paleta desplegada sobre un escenario donde se puede dibujar como si fuera un cuadro: sobre el verde del campo, hombres o mujeres vestidos de distintos colores plasman una belleza que, junto a los graderíos repletos de espectadores, genera una secuencia de emociones al alcance de cualquier mirada.
Como arte, se podría decir que el despliegue de tácticas y la disciplina cuasi militar que exige un partido nos acercan a esa categoría. Aunque, por otro lado, los gritos, insultos y menciones a las madres de los árbitros ponen en duda la misma definición de arte.
El fútbol es sentimiento, pasión, y un deporte que debería contener belleza, juego limpio, cuidado en las formas, respeto y dignidad por parte de todos los que participan y presencian un encuentro.
También puede analizarse desde una perspectiva sociológica. El sentido de pertenencia a un equipo —y no a otro— es clave para entender lo que el fútbol representa como fenómeno social. Ese sentimiento de ser “uno más” en un estadio es lo que une a personas de distintos orígenes y clases sociales bajo una misma bandera, unos mismos colores, una misma emoción ante la victoria o la derrota.
¿Y la cultura? ¿Dónde queda, después de todo? Entre líneas, descubrimos que el fútbol es también una forma de cultura, compartida por escritores, poetas, exfutbolistas y cineastas que reflexionan sobre cómo este deporte refleja la sociedad en la que vivimos. Podemos citar a Jorge Valdano, Manuel Vázquez Montalbán, o películas como Matías, juez de línea o El penalti más largo del mundo, parte ya de la cultura futbolística de nuestro país.
Para acabar, sigue vigente aquello que decían los romanos: “Pan y circo”, una fórmula útil para mantener las mentes poco críticas ocupadas en debatir si el fútbol es cultura o no.
Y usted, ¿qué opina? Seguiremos manteniendo nuestras mentes abiertas.
(c) Txema Imaz, texto; Fotografia de portada, IA