jueves, enero 23, 2025
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El Camino de Baldosas Danzarinas

Érase una vez una joven artista que quiso formar su vida en torno al arte.

Érase una vez una gran maestra que bailó su vida entera en el mundo del arte. Entre muchas (muchas) de sus alumnas, se encontraba la joven aprendiz que desarrolló parte de su vida al lado de la Maestra.

La Aprendiz quisó formarse en Historia del Arte para avanzar en su camino de baldosas amarillas. Cada uno de los pasos que daba la llevaban a caminar siempre en dirección a ese gran mundo: El Arte.

Por el camino se encontró con “hombres de hojalata” de los que aprendió a pensar y crecer, con “espantapájaros” que le mostraron la importancia de amar aquello que haces y con leones que aportaron valor y coraje en su andadura.

Sus baldosas la llevaron a ser galerista de arte en su ciudad y siguió creciendo en valores artísticos y personales.

Un buen día del 2008, en su camino apareció ella, La Gran Maestra. Y fue en esa baldosa y en ese momento cuando ambas emprendieron una danza profesional. La Gran Maestra le abrió las puertas de su casa de nuevo.

Había llegado, casi sin saberlo, al gran mundo de Oz.

Desde entonces La Aprendiz, Raquel, se convirtió en maestra como lo había sido Sofía. Ese gran mundo de Oz era la escuela de Danza Sofía Abaitua y, desde ahora, su mundo.

El pasado junio del 2024 Sofia, la Gran Maestra, cedió definitivamente su legado a Raquel. Ahora la eterna escuela de danza está dirigida por la siempre aprendiz porque, a pesar de ser maestra, Raquel es humilde y discreta, y asegura que lo más bonito en el mundo es seguir siendo siempre aprendiz. 

Me cuenta también con firmeza que ella no es bailarina sino que es maestra y eso la hace grande por dentro y persona muy grande por fuera.

Y yo, una aprendiz de tanto, una curiosa de historias y una buscadora de belleza tengo la suerte de que me recibe en su mundo de Oz para bailar una preciosa conversación. Y disfruto. Mucho. 

Es belleza ese camino; es aprendizaje cada paso y es una gran historia digna de ser contada. Así que, con todo mi cariño, me coloco en esta baldosa y os regalo esta coreografía escrita que no es la de Raquel, sino la de aquella Gran Aprendiz que ahora vive en Oz, donde la puerta nunca está cerrada y jamás se deja de aprender.

Alrededor de unas 90 alumnas y alumnos entran de lunes a viernes en este espacio en el que los cuerpos y las mentes no pesan porque bailan en un suelo hecho con esfuerzo y mucho amor. Las puntas en los pies son preciosos pinceles que dibujan cada día una historia que es contada por cuerpos.

Tengo otra gran suerte y es que no estoy sola con Raquel. Nos acompañan tres bailarinas de entre 20-30 años y una mini danzarina de 10. Juntas bailan con sus miradas mientras me lanzan palabras que yo agarro de manera muy sutil porque son delicadas, aunque estén lanzadas con fuerza. Eso es lo que son: fuertes y sutiles.

Escuchad la melodía de estas palabras: humildad, disciplina, estética, arte, seguridad, vida, personas, unión, todo, emociones, cuerpos, mentes, paciencia, amor, espejo, luz.

De todas esas palabras me quedo con una que quizá os sorprenda porque es la más terrenal: espejo.

Y es que mientras las escucho me imagino que yo soy el espejo al que hablan porque ellas narran siempre a su espejo. Una bailarina siempre necesita de su reflejo, es su seguridad. Es su historia.

Las personas que nunca han tocado este mundo de Oz cuentan historias feas de locura, de mala energía entre bailarinas, de competitividad , de oscuridad…. En absoluto lo es. Lo afirmo porque lo toco muy de cerca, pero sobre todo, porque todas, al mismo compás, han querido bailar desmintiendo todo esto en esta preciosa conversación, incluida esta danzarina de diez años que sabe que entre las “mayores” se siente en casa porque ya entiende que va a ser la danza una parte de vida. Hogar.

Raquel entra con un solo en la conversación: “No ha habido ni un solo día en el que no haya querido dar una clase. Nunca. Al entrar en la sala dejo mi vida porque esta es mi forma de vida y amo lo que hago. Soy estricta, pero muy emocional y hay una energía de unión entre mis alumnas pequeñas y las mayores. Trabajo con cuerpos y mentes. Yo soy una mano donde agarrarse para llegar a otro lugar y eso a veces es difícil porque no todos los cuerpos llegan hasta allí. Aun así, esos cuerpos y esas mentes son almas en mi mundo y, de una o de otra manera, llegamos a entender que danzar es nuestra forma de vida y ¡¡¡es tan bonito!!…”.

Shhhhh…silencio. Lectores y lectoras acercaos a estas letras y sentid que estáis dentro de una melodía que se mezcla entre el rosa de las puntas y el amarillo de esas baldosas invisibles pero reales

Gracias Raquel por seguir aprendiendo y hacernos sentir la danza tan de dentro.

Silencio. Se danza. Silencio. Se vive.

Estudio de Danza Sofía Abaitua
Ballet Clásico~Danza contemporánea~Ballet para adultos~Danza moderna
Calle Ricardo Buesa, 2, 01008 Vitoria-Gasteiz Álava, España

(c) Arantza Cordero, texto y fotos

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