La historia de los Celedones de Oro
El presidente de los celedones de oro, Jose María Velez de Mendizabal y Javier Sedano, Celedón de Oro 2012, reciben a CulturaBai, en la biblioteca del Círculo Vitoriano, para contarnos los objetivos de esta institución.
El primer galardón se remonta a 1962 y el primer laureado, cuanto menos anecdótico, fue Manuel Benítez Pérez, El Cordobés, quien recibió este premio, otorgado por el gobernador civil de la época. Tras el franquismo, en 1976, la elección del agraciado pasa al Ayuntamiento y tras quedar desierto el premio, en 1996, por desacuerdo entre los grupos municipales, es la asociación de los Celedones de oro la que decide, tras estudiar las candidaturas recibidas, durante diez días, quién será el premiado del año en curso.
Se reciben cerca de treinta propuestas anuales, entre los meses de marzo y mayo. Una vez analizadas, se decide el premiado y se sopesa la elección con el ayuntamiento, quien, hasta el día de hoy, siempre ha aceptado la proposición. Una vez aprobada la candidatura, se localiza a la persona elegida y, finalmente, se hace pública la nominación.
Se trata de un premio popular, con un objeto social. El galardonado es un alavés que, con su trabajo y trayectoria, ha aportado relevancia al conjunto de la sociedad gasteiztarra en el ámbito cultural del territorio.
Una de las funciones de la institución es la organización mensual de conferencias de carácter divulgativo, en las salas de la Fundación Vital.
El perfil de los premiados ha cambiado a lo largo de su historia, como la sociedad en sí. Inicialmente, el premio era a toda una trayectoria, vital y profesional, con una media de edad en torno a los setenta años. Actualmente, la persona elegida tiene aún un largo camino por delante, además de un potente currículum que la avala.
La presencia de mujeres se ha ido incrementando en la historia de esta concesión y este año, por primera vez, el premio ha sido otorgado, de manera individual, a una mujer, Elena Martínez de Madina Salazar, filóloga e investigadora, miembro de Euskaltzaindia, y, desde hace casi treinta años, dedicada al Onomasticon Vasconiae, obra que investiga y establece la forma adecuada de los nombres de pueblos, barrios, manzanas urbanas, ríos, casas… trabajando especialmente en la toponimia de la ciudad de Vitoria-Gasteiz, y, según sus propias palabras, “desempolvando nombres olvidados, a veces escondidos tras los actuales”.
Elena tuvo la generosidad de concedernos una entrevista para hablarnos de los entresijos de su trabajo, esencial para la reconstrucción de la historia de un pueblo, a través de la arqueología de las palabras.
(c) Beatriz Rey, texto; JorgeGirbau Bustos y Beatriz Rey, entrevista; Luis Ángel Ortiz de Elguea Alonso, vídeo