Se abre el telón
La palabra «teatro» proviene del termino griego theatrón, que quiere decir «lugar o espacio para la contemplación», recogiendo en su significado no solo el lugar donde se representa la función, sino también el arte de la dramaturgia.
En Vitoria-Gasteiz la función empezó a inicios del siglo XIX. Somos una ciudad pequeña, pero con una estratégica ubicación en la línea que une la capital francesa con la española, perfecta para absorber toda la cultura que se transmitía entre ambos países y sumarla a la propia.

¿Abrimos el telón? El Teatro Principal (antiguo) de nuestra ciudad fue uno de los primeros teatros burgueses del estado, ya que la clase alta de la ciudad requería un espacio digno a su estatus y a las tendencias de la época: columnas clásicas, palcos de lujo, salones exclusivos… La influencia de la Ilustración había llegado para quedarse y la cultura estaba de moda, en unos casos por amor verdadero al conocimiento y en muchos más solo por seguir la corriente. Este teatro se ubicó en el solar donde ahora está el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo y, con un final tan trágico como muchas de las obras que en él se representaron, ardió en una madrugada de 1914. El tejado se hundió, el interior fue engullido por las llamas y solo las fachadas quedaron en pie. De él nos quedan fotos, historias y este hermoso pasaje de la obra La ciudad de Vitoria bajo los puntos de vista artístico, literario y mercantil, seguida del indicador del viajero de Cola y Goiti:
«El escenario, sin ser de gran magnitud, reúne buenas condiciones y está convenientemente arreglado en su maquinaria. El telón de boca antiguo es de mérito grandísimo: representa sencillamente un inmenso cortinón de terciopelo rojo, con enormes borlones dorados y una ancha greca, también dorada, feliz y fiel imitación de una igual de la Logia del Vaticano, pintada por Miguel Angel. Todo el telón está perfectamente estudiado en sus pliegues, hay gran valentía en el dibujo y los toques de luz son inmejorables, haciendo de él un verdadero modelo de pintura escenográfica. De la misma mano son las siguientes decoraciones, que son las mejores del coliseo: un gran telón de fondo imitando patio de alcázar, un gran salón gótico, una decoración de selva, otra de jardín, otra de cárcel, otra de casa pobre, otra de calle y otra de mar, en la que se pintó últimamente un puerto, por distinta mano».

El edificio era precioso por fuera y, si damos por ciertas las palabras del cronista, más hermoso aún en su interior. Las proporciones de la fachada principal llaman la atención, siendo la franja central de doble anchura que cada una de las otras dos. Sin duda alguna, las cuatro columnas jónicas son los elementos que más destacan en este clásico conjunto al que popularmente se le conocía como «El Coliseo».
Tras el incendio, la ciudad tuvo que esperar cuatro años hasta la inauguración del Teatro Nuevo, el actual Teatro Principal Antzokia, a las dieciocho horas del día dieciocho de diciembre de 1918 con la obra La corte de Napoleón, una gran ópera italiana. ¿Te gusta la numerología? El número 18 está asociado a personas muy sensibles que son capaces de conectar con las emociones de los demás, característica inherente a la representación teatral. ¿Curioso, verdad? El diseño original del Teatro Nuevo fue obra de Cesáreo Iradier, quien se inspiró en el Teatro de la Zarzuela de Madrid para proyectarlo. Con esta sala abierta, la calle San Prudencio se consolidó como el centro neurálgico de la ciudad, siguiendo ejemplos como la Gran Vía, los Campos Elíseos o Broadway, llena de neones y carteleras que invitaban a sumergirse en la amplia oferta cultural. La calle rebosaba vida y luz: el Teatro Circo, el Gran Cinema Vesa, el Teatro Príncipe…

La fachada, de veintiséis metros de anchura y dividida en tres alturas, nos recuerda a su antecesor (el Principal antiguo), siendo en este caso el balcón central de la fachada y los escudos rodeados por cuerdas trenzadas pétreas (simulando los cordones dorados que sujetan los telones) los elementos más llamativos. El tercer piso estaba inicialmente retranqueado mediante una terraza que años después se eliminó, alineando la fachada con las construcciones contiguas cuando el edificio fue remodelado y rebautizado como Teatro Principal.


Por el Teatro Principal Antzokia han pasado miles de personas que han hecho posible que se cumplan muchos de nuestros sueños. El éxito del espectáculo depende de mucho más de lo que se ve sobre el escenario: ensayar, actuar, montar los escenarios, adecuar la iluminación, regular el sonido, recibir al elenco, organizar la cartelera, mantenimiento y limpieza, abrir y cerrar las puertas, acomodar al público, vender entradas… Todas las piezas deben encajar. ¡Quién sabe! Igual El Caminante era un tramoyista que casualmente nos visitó y se quedó de piedra al descubrir la belleza de la ciudad (lo sé, es de bronce). Con tres metros y medio de altura, este hombre posa con gesto dinámico, pero está totalmente quieto. No se le ve muy contento, pero creo que es más por hambre que por otra cosa. ¿Por qué Juan José Eguizábal lo esculpió tan flaco? Bromas aparte, es una obra bella e impresionante que está situada a pocos metros de nuestro teatro.

Estamos en julio de 2025 y El Principal está en obras. El progreso implica avanzar y adaptarse a las nuevas necesidades. Esta rehabilitación promete respetar la esencia del edificio y mantener su alma, algo completamente necesario para preservar nuestra historia. He leído que el teatro Victoria Eugenia de Donostia-San Sebastián es, entre otras, una de las referencias que se han tenido en cuenta para proyectar la remodelación. Si es así, el resultado final promete ser elegante, funcional, práctico y bonito. ¡Qué ganas de verlo terminado!

Te invito a pasear por la calle San Prudencio para buscar los rótulos de los antiguos teatros y para saludar al chico bronceado, alto y delgado a quien Machado dedicó este poema (lo de la dedicatoria me lo he inventado) que reflexiona sobre la vida:
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.
El Caminante decidió detenerse en nuestra ciudad, pero la vida cultural de Vitoria-Gasteiz avanza sin freno, porque la vida es puro teatro. Mientras esperamos la reapertura de nuestro gran coliseo, seguimos disfrutando de las artes escénicas en las demás salas de nuestra ciudad. ¡Me encanta la sensación que recorre mi cuerpo cuando se abre el telón!
(c) Vanesa de la Puente, texto; Fotografías, propias y de distintas webs