Tximist es mi nombre de pila
Tenemos que comprender el tiempo para empatizar con la exposición que está ahora en la sala Amárica, del 27 de Junio al 30 de Septiembre. Tximist 74 narra con fotografías, textos y material la primera expedición al Everest hecha por vascos hace medio siglo; financiada por el empresario Juan Celaya, que estuvo a un paso de coronar. Ahora Emmoa, la fundación del alpinismo vasco, nos acerca a esa aventura.
Tximist 74 quiere volver a exponer unas ideas que ya se van quedando atrás; el alpinismo ya no es tan romántico y el fantasma de las avalanchas ya no es tan temido. La montaña se ha vuelto turística y el Everest ya no es tan solitario. La expedición de estos vascos empezó en febrero de 1974 y terminó en mayo de ese mismo año; el mundo ha cambiado en estos últimos cincuenta años y es algo que tenemos que asumir; ahora hay otras revoluciones con otros sueños y luchar por las metas del pasado otra vez ya no tiene sentido.
Si nos fijamos en esa expedición de 1974, vemos los retos de una cascada de hielo que hace tiempo fue parte del pasado; pero, por el contrario, es sano no olvidar, es sano saber qué hemos dejado atrás y qué se puede mejorar; el montañismo vasco sigue siendo montañismo vasco; aquí vamos a tratar de hacer un viaje a un pasado contemporáneo que aún podemos recordar.
En este país era el último año de una larga dictadura, aunque todavía no se sabía que era su último año porque faltaba año y medio para que el régimen pasase a mejor vida. Entonces fue cuando el alpinismo vasco decidió emprender un viaje a lo desconocido. Aquellos aventureros vascos llegaron a conocerse dentro de su miedo para poder escalar; y así llegaron al Nepal tan salvaje como tierno, para abrir un nuevo horizonte en la superación del ser humano.
Esta exposición nos adentra en las climatologías, admiramos cada fotografía, cada momento y el frío; sin darnos cuenta cambiamos de color, de sabor; conocemos esa nieve sin que nos empape la piel, pero si el corazón.
Tximist 74 es la historia de un fracaso, es la historia de una esperanza y es la historia de un futuro que debemos conocer, porque, después de ese fracaso, el alpinismo vasco consiguió llegar a la cumbre y por fin coronar el monte salvaje que pocos conocían; así, en 1980, un vasco plantó la ikurriña.
(c) Jorge Girbau Bustos, artículo y fotos, (c) Luis Ángel Ortiz de Elguea Alonso, vídeo